martes, 9 de abril de 2019

The Dirt o el retorno a la rebeldía



En Netflix encontramos esta película el sábado pasado. Con Miguel decidimos verla porque, a cada uno por su lado, alguien nos la había recomendado.

Primero debo decir que a mi Mötley Crüe nunca me llamó la atención en mis días de adolescencia. Posiblemente haya sido porque otras bandas me ocupaban el tiempo y el ánimo. Además, creo que la represión materna me tenía un poco coartada la rebeldía de esos días, la cosa es que poco supe de ellos, solo estaba clara de algo... eran cuatro tipos que tenían toda pinta de "chicos malos".

Hay que recordar el paso de las distintas bandas de glam rock/metal de mediados de los ochenta: Bon Jovi, Guns n' Roses, Skid Row, Scorpions, Black Sabbath, Kiss, Def Leppard, Poison, Van Halen, Whitesnake, Twisted Sister, Quiet Riot y uno se transporta a una época en la que la rebeldía se puso mallas, se pintó de negro los ojos y levantó cabelleras llenas de laca. 

La película está ambientada en esa escena de la vida, rodeada de excesos, sexo, drogas y música. Muestra a cuatro tipos tan terrenales pero que fueron capaces de ser elevados a deidades por hordas de jóvenes tan desorientados como ellos. La película no es la mejor del mundo, pero tiene una virtud: te muestra que en medio de la vorágine, esos cuatro tipos siguen siendo terrenales, uno es un romántico empedernido sin criterio de elección para elegir parejas, otro es un tipo lleno de resentimiento contra sus padres, en especial contra su madre, otro es un tipo tan inseguro de sí mismo que lo único que le alivia la vida es el vicio del alcohol y las mujeres y el más viejo es un hombre lleno de dolor físico e incapaz de dejar que las personas que lo rodean entren a su vida. 

Quizá sean los años que traigo encima, pero viendo a la banda desde este montículo de la adultez, uno comprende que todo esa autodestrucción ha estado al alcance de las manos de cada uno de nosotros, que los vicios han estado ahí, y no me refiero a las sustancias o al sexo, sino a diversidad de vicios que no entran en la categorización habitual: la necesidad de estar solos aunque estemos rodeados de una multitud, esa necesidad que muchos poseemos y que muy pocas personas han logrado comprender. 

Mis compañeros de colegio, los más rudos, los más rebeldes me mostraron estas bandas en nuestros años preadolescentes, algunas de estas se quedaron en mi repertorio, otras pasaron de largo, como el caso de Mötley Crüe, pero cuando estaba viendo la película los recordé a cada uno y me pregunté: ¿Dónde estarán, qué será de sus vidas, ejercerán una profesión, serán parte de una familia fundada por ellos, serán señores con pancita que van a un partido de fútbol del primogénito, contarán las hazañas académicas de sus vástagos, irán al super mercado con las esposas a hacer las compras semanales, planificarán vacaciones familiares, se reunirán los viernes por la noche con sus vecinos y tomarán una sabrosa y fría cerveza Stela Artois?

No importa qué hagan, queridos compañeros. La nostalgia me hace que les diga "queridos" aunque nunca fueron realmente importantes en mi vida, pero igual... no importa, queridos. Vengan, vean la película que nos retorna a la rebeldía, la que nos recuerda que la vida cabe en una canción nostálgica:



martes, 2 de abril de 2019

He vuelto

No sé dónde he estado, no sé quiénes han estado a mi al rededor, no recuerdo muchas cosas. Eso ya no importa, he vuelto. 

Conmigo vienen mi falta de paciencia, mis días en zozobra, mis proyectos inconclusos, mis esperanzas de cartón y un sinfín de cosas que se acomodaron en mi maleta hace unos dos o tres años. Posiblemente sea un riesgo escudriñar y ver qué traigo conmigo, me da miedo, pero eso es porque siempre tengo miedo de todo. De todo.

Traigo música bonita, libros sin leer, historias no escritas, gritos retenidos y el recuerdo del gato que se nos murió hace un año, pero además los dos gatos que nos han quedado para recordarnos que los nahuales siguen acá con nosotros. 

De a poco iré arreglando esta casa que encuentro llena de telarañas, de malos olores y  polvo del ayer. Si gusta puede pasar, usted decide qué hacer: puede revisar los cajones añejos, sugerir nuevos colores para las paredes, colgar nuevos cuadros o escuchar la música que me acompaña mientras yo barro y saco todo aquello que ya no me sirve. Luego, cuando termine, nos tomaremos un café con semita y platicaremos sobre eso que nos asombra, al punto de mantenernos con vida. 

Bienvenidos.