Estaba preparando mi cena, para sentarme frente al televisor y ver la premiación de los Óscar anoche cuando de repente el sonido de estallidos. Una hora antes habían habido detonaciones por fuegos artificiales, un partido político hizo cierre de campaña a pocas cuadras de mi apartamento, no me extrañó, pero luego de unos segundos de silencio, esos segundos que alcanzan para preguntarse "¿qué fue eso? ¿fueron balazos?", se escuchó la voz de una cipota, gritando un nombre masculino. Corría y gritaba justo en la primera planta del edificio donde vivo. Literalmente bajos mis pies.
Se sumaron más gritos y gente bajando por las gradas del edificio... un niño lloraba y una mamá trataba de consolarlo, mientras yo había apagado la cocina, tomé el teléfono e informé a Miguel de lo sucedido. No se lo dije, pero él supo que estaba asustada.
Traté de darme autoconsuelo y puse a funcionar el cerebro, preguntándome por qué sentía tanto miedo, estaba en mi apartamento, estaba segura, abrazando a mi gato. A veces es bien difícil ser valiente, a mi me está costando desde el año pasado.
Se veían a través de los vidrios de la ventana los colores rojo y azul de las luces de las patrullas, la sirena de una ambulancia, el trotar y la voz de los pnc. Una noche antes habían convocado a una reunión en la casa comunal, a la que, por supuesto, no asistí.
Y no solo es el hecho acontecido anoche, la semana anterior se metieron al pasillo del apartamento y se llevaron adornos de mi vecina, esa sensación de que entran y salen como se les antoja a un lugar que se supone es nuestro refugio, nuestro "lugar seguro" me dio dolor de cabeza y aunque intenté no perder los estribos y tomar medidas de seguridad con mente fría no fue suficiente ayer a las 7:45 p.m.
Estaba sola, ni siquiera mi vecina estaba al otro lado de la pared, solo éramos Tolstoi y yo. Miguel al otro lado del teléfono llamándome a la calma, haciéndome compañía moral, hablándome de los premios para distraerme. Parece estúpido, pero todo el fin de semana estuve con la sensación de que algo pasaría, le atribuí la sensación al dolor que me atornilló las entrañas y la migraña que llegó luego de escribir dos horas el domingo. Hasta me reproché no descansar "de pensar" cuando decidí a eso de las 4 darme una siesta luego de escribir parte de lo que andaba por dentro.
Pero pasó. Pasó eso que presentía que sucedería, algo feo, sin forma, sin rostro... no sé quien disparó, no sé quien murió, no sé quien era la mujer que gritaba el nombre del herido, no sé muchas cosas... no sé, ni siquiera, cómo llamar a este miedo que tengo, porque no puedo decir que se fue ayer luego cuando terminó la ceremonia de los Oscar... acá se quedó conmigo. Se levantó conmigo y mi dolor, nos bañamos, preparamos el almuerzo, acariciamos al gato y lavamos los platos antes de venirnos a la oficina y acá estamos... mi dolor, mi miedo y yo, aún nos preguntamos, ¿quién murió ayer?