lunes, 18 de enero de 2010

La primera Alfonsina

Ella era lo que yo siempre he querido ser: libre.

Su figura siempre me ha rondado: la canción de Mercedes Sosa está en mi repertorio melancólico y Robz, mi querido Robz... un día encontró un poema que me garabateó en un papel de cuaderno escolar y me lo dio solo porque le pareció que me gustaría. El muchacho me conoce.

Alfonsina aparece en días como hoy, días de viaje, de ver paisajes, de preguntarme ¿qué hay después de cada monte?, de preguntarme ¿es realmente aquí donde debería estar?

y pues... he aquí... dos muestras de mi gusto por ella:

Yo soy como la loba. Ando sola y me río

Del rebaño. El sustento me lo gano y es mío
Donde quiera que sea, que yo tengo una mano
Que sabe trabajar y un cerebro que es sano.
La que pueda seguirme que se venga conmigo.

Pero yo estoy de pie, de frente al enemigo,
La vida, y no temo su arrebato fatal
Porque tengo en la mano siempre pronto un puñal.
(La Loba, fragmento)
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Anduve en la vida preguntas haciendo,
Muriendo de tedio, de tedio muriendo.

Rieron los hombres de mi desvarío...
¡Es grande la tierra! Se ríen...yo río...
Escuché palabras, ¡abundan palabras!
Unas son alegres, otras son macabras.
No pude entenderlas; pedí a las estrellas
Lenguaje más claro, palabras más bellas.

Las dulces estrellas me dieron tu vida
Y encontré en tus ojos la verdad pedida.
¡Oh tus ojos llenos de verdades tantas,
Tus ojos oscuros donde el orbe mido!

Segura de todo me tiro a tus plantas:
Descanso y olvido.
(Luz)

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