martes, 7 de enero de 2014

Karina

Recuerdo que fue hace exactamente un año la primera vez que la vi.

La vi y era un ente perdido en el espacio y en la brisa caliente de la oficina que compartimos en Suchitoto. Llegó como un alivio. En menos de cinco minutos hizo un esquema lindísimo y nos apantalló su manejo del espacio.

Nadie lo supo ese día, era su cumpleaños y ninguno la felicitamos.

Durante más de seis semanas, en la ejecución de un proyecto de prevención de violencia con tinte artístico-cultural Karina nos dio a conocer su esencia: es un alma libre.

A veces me he preguntado cómo es posible tanta distracción, despistadencia y alegría todo en un solo cuerpo. A saber qué leyes de la naturaleza tuvieron que romperse para que todo convergiera en ella. Es una artista. Su arte favorito es darse a querer.

En medio de todo el ajolote, de la presión y de mi neurotismo porque todo fuera perfecto, estaba ella, con su calma y su serenidad, con su "ya vas a ver que todo va a salir bien", con su valentía tan propia de los años veinte, cuando una se puede dar el lujo de estrenar el día en lugares diferentes si así se desea, con su imperante necesidad de hacerme reír, de hablarme como colombiana o simplemente hacerme un dibujito en un post it y dejármelo en mi escritorio.

Hoy hace un año la conocí, en estos 365 días estuvo cerca, alegrándome, dándome ánimos cuando estaba triste, ayudándome a mudarme, buscando siempre un video que me sacara una carcajada en medio del silencio de la redacción de sistematizaciones, informes e investigaciones. Hace 365 ella es la brisa que pasa y me despeina, que se ríe de mi puerta con ovejas y me dice y recuerda que una no debe volverse tan tosca, sino esperar cosas hermosas, porque la vida está llena de ellas, todo está en dejarse encontrar. A mi me ha alegrado la vida el haberla encontrado a ella.

Feliz cumpleaños Karina, las ovejas y yo te extrañamos.

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