porque enfrentarme a la luz nunca fue mi fuerte.
Porque a esta justa hora
me doy cuenta que soy la más grande cobarde
no quiero la vida como hasta ahora
lloro lo que no debería.
Que no amanezca
porque el día se burla de todo lo que quiero ser,
porque me quedo cansada de tanto ruido,
porque desarmo las utopías y
me queda el estúpido consuelo de quimeras.
Posiblemente le tengo miedo al futuro,
le temo al murmullo de lo racional,
al corte definitivo de lo tibio,
al ridículo de mis ansias.
Temo no encontrarlo en mi camino.
Me quiero quedar aquí
en el interminable invierno de mi corazón
en el interrumpido sonar de mis discordias,
en el irreverente paso de retroceso.
en la iridiscente luz del ayer.
Pero te acercas amanecer,
nadie te detiene,
nadie te acompaña,
me impactas en el desvelo más horrible
me descuajas las lágrimas.
Nada te he hecho amanecer...
en nada te he ofendido.
Igual venis
y me quitas lo único que me pertenece en verdad.
No quiero que amanezcas futuro.
Me arrebatas la música,
el color y la oscuridad
me arrancas de tajo las palabras
con esa tu manera de traer luz arrastrada
con esa tu manera de ser fría cuando más calor necesito,
jugas con mi piel
porque sabes que estoy en desamparo
porque él no me defiende de tu horrible forma de hacerte día
porque me sabes absolutamente sola.
Te odio tanto amanecer,
por tu descaro
por tu insolencia
por tu alegría sin sentido
por tu alienación
por tu grito interminable
por tu incoherencia
por tantas cosas te odio amanecer...
pero más te odio amanecer
porque él no está aquí.
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