martes, 13 de abril de 2010

Sebastian


Se llama Sebastian en honor a su bisabuela materna, le encantan los mapaches como a mí, es fan de los tunquitos y es poseedor de una buena parte de mi corazón. Hace tres años, exactamente a las 8:20 a.m. nació y desde entonces es el ser humano que me mantiene alerta.


Los doctores en ese entonces dijeron que no sobreviviría, había nacido antes de tiempo y su corazón era demasiado grande para su cuerpo, sus pulmones no estaban totalmente desarrollados y no podía comer (digamos... tomar) nada.


Pasó dos semanas en una incubadora y nosotros en una constante procesión para ir a verlo, yo solo fui dos veces en realidad... no tenía fuerzas para verlo así... crucificado y lleno de tubos, cada vez que llegaba a la puerta de vidrio y veía cómo se inflaba su pecho con un ventilador artificial me desquebrajaba y terminaba llorando.
Luego descubrimos más cosas: es intolerante a la lactosa, es alergico a los gatos y necesitaría de mucho tiempo para superar una enfermedad heredada de su papá.

Recuerdo que el día que llegó a casa finalmente, alguien dijo que se parecía a mí. Me sentí muy feliz, porque si nos fijamos bien, yo no me parecía a nadie... luego nos percatamos que el humor también me lo heredó.
En estos tres años Sebastian y yo hemos compartido buenos tiempos y los malos también, él ya tiene parte de mis tejidos y yo tengo parte de su afecto conmigo. De alguna manera ambos nos acompañamos en la ardua tarea de sobrevivir: él de sus males físicos y yo de mis males emocionales. Reconozco que ha sido él un gran aliciente para seguir respirando.

Anoche caí en la cuenta que a pesar de que a veces soy demasiado distante con todo mundo... él sigue buscándome a la hora de dormir, no le importa en lo absoluto que yo tenga el modo feo, le caigo bien y nunca me ha pedido que cambie algo... nunca me ha salido con exigencias sociales o demandas emocionales, le gusta que le cante mientras se queda dormido, me pregunta (cada vez que regreso a casa) si le llevo algo, aunque sea un "dushito", ha tenido el atrevimiento de invadir mis espacios porque sabe que no me molesta en serio y cuando declara que me ama y me da un beso, me hace sentir una de las personas más dichosas del mundo.
Yo que no deseo hijos, he podido verlo crecer y formar un vínculo que, desde hace mucho, mucho tiempo, no podía entablar con un niño.


Feliz cumpleaños mi querido Sebastian, cada día sigues dándole alegría a mi corazón.


No hay comentarios: