Viajo en la 30-B a las 5:30 a.m.
Somos pocos lo pasajeros, la amplia ventana del bus me deja ver... el cielo está gris, empedrado de nubes y mientras en mi reproductor suenan canciones melancólicas.
Pienso que los días grises son hermosos, el sol impertinente no me ciega con su albor sobrestimado y la noche no se me va del todo.
Pienso que en días como hoy quiero estar y no estar. Quiero que se alarguen estas horas y que solo me lleguen las voces que yo deseo que lleguen, que todo lo demás desaparezca, porque al fin y al cabo es mi decisión existir o no.
Pienso que si estuviera muerta y no haberme enterado de ello y vivir en repetición absoluta de una rutina como Sísifo... en un día gris sería genial enterarme y abandonarme al despilfarro del tiempo, decidiendo, en muerte, que la vida al fin y al cabo no era la gran cosa si se repite después del último aliento.
Pienso que en un día gris quiero reencontrarme con el amor, la libertad y la música.
Hoy he vuelto vedando coordenadas
pero nadie contesta a mi llamada
¿qué puede haber pasado a mi señal?
¿será que me he quedado sin hogar?
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