Muchas cosas pasan por mi mente, tantas que a veces me pierdo... el trabajo, la familia, la gente que me rodea, las ideas, lo que no logro escribir, lo que sueño, las obligaciones de maitra vieja, la salud, la economía, el pseudo negocio que emprendí, todo abonado con mi manera particular de ver la vida, que a veces me sorprende a mí misma. Muchas cosas pasan por mi mente.
Si me pongo seria, fría, serena y analista puedo decir que mi vida no ha cambiado sustancialmente en los últimos tres años, todo sigue su curso, los trabajos, los amigos, la familia y yo sigo siendo siendo yo, con unas libras y canas más, pero no es cierto, todo sigue igual, pero todo cambió.
Siempre he estado completamente segura, totalmente convencida de que la felicidad es algo que depende de mi, si estoy de buenas o malas, no es culpa de otra personas, a veces si logran inyectarme alguna alegría o alguna pena ajenas y así... voy viviendo, pero no a expensas de otros.
Sigo con mis miedos habituales, con mis viejas mañas, con mis acostumbradas incoherencias, también he estrenado emociones, sentimientos e ideas, que he podido evaluar como buenas y malas, no importa cómo sean, son mías.
Hace tres años me fui a tomar un café, sola. Creo que en ese entonces me sentía tan cómoda con mi soltería, era tan feliz, tan autónoma... hoy sigo siendo feliz y autónoma, pero ya no estoy soltera (dentro de lo que la palabra suele significar). Hoy me voy a tomar un café, pero voy con él. "Él" llegó hace exactamente tres años a este blog, leyó que me fui a tomar un café y se burló de mi... me divertí tanto con su comentario que acá estoy, junto a él.
Hoy sigo siendo feliz, no por él, sino por mi... pero admito que estar a su lado (y al lado de sus cipotes) me ha proporcionado una felicidad que jamás había explorado, me dio otro matiz, otra perspectiva, otro impulso, nuevas ideas y desempolvé algo que estaba guardando para más tarde. Ese "más tarde" inició un día como hoy, era lunes, yo estaba ahí sola, sintiéndome como me siento hoy. Feliz, incluso cuando estoy triste.
Algo, no sé cómo decirle, nació hace tres años.
Hoy, Miguel y yo vamos a ir juntos a tomarnos un café, con otra persona que nos hablará de un proyecto que estoy segura me dejará otras alegrías y otras esperanzas.
Todavía soy el tipo al que le cuesta sonreír,
y todavía me hacen sospechar las buena intensiones.
Sigo sin creer en el final feliz de la canción,
en la balada cursi, en la ilusión con tantas pretensiones.
El beso y todo eso a veces solo es un ritual
en el que no creía, pero me estás haciendo cambiar.
Contigo se me olvida la ironía
el lado triste de la vida
el sarcasmo, la agonía
y aunque haga frío
contigo algo florece cada día
y lo primero que me pasa por la mente
sorprendentemente al verte es simplemente
es ser feliz.
Todavía sé que queda otro poquito que aprender
no sé si en un minuto o en un beso con buenas intensiones.
Me haces sospechar,
te juro que tú me haces sospechar
que el mundo no es tan duro en realidad
que hay simples soluciones.
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