Crecer no me parecía la gran cosa, tenía 12 años y sabía que tenía más y mayores responsabilidades que el resto de mis compañeros del colegio.
Crecer siempre me pareció sobrevalorado, sin embargo, en el proceso una pudo descubrir crecer tenía ciertas ventajas, así que cuando llegué a los 13 años creí que iniciaría una temporada idónea para dejar a tras a la niña que fui.
Uno de los primeros descubrimientos fue la música. Mis primos mayores me habían dado un acercamiento, pero descubrir por mí misma los gustos propios fue una delicia. Entre los primeros descubrimientos estaban estos señores:
"Enseñame de qué estamos hechos"
Porque para mi la música es como una forma de decir que se está enamorada, no de alguien, bueno... también, pero una se puede enamorar de una insinfinidad de cosas: de espacios, de una mascota, de una hermana recién nacida, de libros, de nubes y de cosas tontas, de un vecino, de una flor. Una se puede enamorar de la música.
Los Caifanes son, en exacta forma, la banda que me enseñó eso... a estar enamorada de la música. No me pregunten por qué, tenía 13 años y era tanto el impacto, que ahora que tengo 36 aún lo recuerdo...
Como siempre he sido de ideas guajiras, en aquel tiempo se me ocurrió que yo quería estudiar cine, no para hacer películas, sino para hacer videos e irme por los pueblos haciendo tomas, pero para eso, también tenía que estudiar antropología, además, yo quería que Saúl Hernández me invitara a dar una vuelta al cielo.
"tengo garras, tengo dientes y defiendo lo que tengo,
ay amor y ano me tientes, porque muerdo y ya no suelto"
Para esa época había nacido Gabriela y como yo era la encargada de su vida, la ponía escuchar las canciones de Caifanes con la idea loca de que le llegaran a gustar. Fallé.
El tiempo siguió su curso y yo fui creciendo, es curioso todo lo que se olvida y las pocas cosas que se quedan, para mí... se quedó esta canción:
"Hay veces que no sé lo que me pasa
ya no puedo saber que es lo que pasa adentro"
¿No les pasaba que se sentían aprisionados en aquellos años? ¿o solo me pasaba a mí? No lo sé, durante años tuve una infinita necesidad de huir, no sé de qué, no sé de quién, tal vez solo buscaba huir de mí, nunca lo averigüe porque para entonces, ya había dejado de crecer en la adolescencia y la vida me exigía otras cosas. Llegué a un lugar desconocido y que aún me parece (a veces) inadecuado para mí.
"Y no sé por qué
no me importa saber por qué...
no dejes que nos coma el diablo, amor..."
Fuera de las nostalgias propias de maitra por las que paso a veces, escuchar esta música me hace recordar que no deseo volver a esa edad tan caótica, tan distante y fría, donde no pude entender por qué me enamoraba de las cosas de las que me enamoraba, cuando nunca pude comprender a los muchachos que tomaron posesión momentánea e inofensiva de mis afectos, cuando todo era raro.
Sigo enamorada eso sí, de cosas que otros no comprenden, de las palabras, de las causas que creo justas, de ciertas personas, de la música... de las nubes. Sigo creciendo...
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