amanece frío,
estoy en el mismo lugar que hace una semana
más seca, más afilada, más serena, más triste.
Estar conmigo ha sido un reto para mí misma
no soportar la forma en como me miran tus recuerdos
ha sido la prueba más grande después de toda la exploración interna
a la que sometí a mi cuerpo hace una semana.
No lo digo con amargura, no.
Solo hago un inventario necesario.
Amanecer conmigo
cada mañana ha sido el juego más divertido que he tenido,
he tenido que burlarme de tus risas, de tus miradas y de tus besos
para saborear la presencia de la nada y no morir en el intento.
y no lo digo con sarcasmo,
bien sabes que te quiero.
Solo hago un inventario necesario
ahora que ya no tengo nada que inventariar.
Y caigo en la cuenta,
siempre amé la noche
porque era cuando en realidad te amaba
el resto del tiempo era trámite,
era juego previo, era "time out" para no morir,
era excusa para cantar.
La noche te sigue guardando,
solo que ahora más lejos de mis brazos,
más distante de mis besos,
más muerto en mis deseos.
Ergo, si antes amaba la noche
y detestaba los amaneceres,
ahora no me queda más
que detestar todo ciclo de 24 horas,
tiempo en el que caigo en la cuenta
que de nuevo, acá,
sigo sin la más mínima excusa
para amar[te].
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