La vida nos ha estigmatizado a las mujeres, nos han dicho, repetido y convencido de que somos complicadas, a veces si lo somos, pero eso es de todo mundo, no solo de las mujeres.
Entre las complejidades atajadas al hecho de ser mujeres están los rituales. Hasta para una mujer tan desfachatada y descomplicada de horarios y rutinas como yo resulta necesario un par de rituales. Créanme, tengo rituales que realizo cada cierto tiempo, lo que me salva es que los realizo cuando el tiempo y la gana me dan suficiente excusa, estos rituales no tienen ni fecha en el calendario, ni hora en el reloj.
Uno de mis rituales favoritos de todos los tiempos era subir al techo de la casa a leer, esta costumbre la adquirí en la adolescencia cuando en casa teníamos un enorme árbol de mango que me prodigaba sombra y frutos para tenerme tranquila. El ritual fue suspendido debido a que ya no estamos en la misma casa, no hay palo de mangos y ya no soy hábil para subir a un techo.
Otro ritual en ciertas épocas, ha sido cocinar. Ahora cocino mucho menos, pero hay recetas que siempre repito, ya sea por que me las piden o por el simple hecho de que me gustan...rellenos de papa, de guisquil, carne mechada, pavo horneado... ustedes no se han enamorado de mí porque nunca han probado mis platillos... pero los que me salen de verdad ricos... cuando tengo pereza me salen aguados u_u
Un ritual familiar que SIEMPRE hemos tenido, no solo yo, sino todos los Rauda, es decir buenos días y buenas noches. Así es... por más enojados o molestos que estemos con los demás, la cortesía de desear buen momento es algo que no podemos evitar, así me he sorprendido diciendo buenas noches hasta en momentos en los que no les dirijo otras palabras y ellos... por supuesto que me contestan, no se quedan callados.
Ir al cine... ese ritual/costumbre me lo pegó un jefe que tuve hace años, Julio Moreira... jesuita bastante joven, con el que nos íbamos del colegio los sábado luego de trabajar toda la mañana... agarrábamos a la UES, ahí por la entrada de Derecho a comprar unas "tortas chucas" bien ricas, lástima que desaparecieron, luego de comer ahí en la acera y de pie, nos íbamos al cine... ese era ritual de casi todos los fines de semana.
Hace dos años, con mis ex compañeras de Círculo, Mayra, Lea y Maritza, nos reuníamos en un bar casi todos los viernes a las 5 p.m. para echarnos algunas cervezas. Este ritual meramente femenino en el que hablábamos casi exclusivamente de hombres me agradaba, porque no hablábamos en mal de ellos y de sus retorcidas visiones de las relaciones con las mujeres, sino que hacíamos el intento de sacar estrategias para no salir tan dañadas en el caso de iniciar alguna relación de pareja, en aquel tiempo todas estábamos solteras y eramos de diversas edades (20's, 30's y 40's). Era interesante escuchar especialmente a Maritza.
En cuanto a los rituales, a veces tenemos algunos que no sabemos que los tenemos, hasta que algún día, por no sé qué razón uno se fija que los tiene... por ejemplo... hasta esta madrugada tuve conciencia clara de que cada vez que despierto en la madrugada salgo al patio y sin mucho esfuerzo busco por dónde va la luna en el firmamento... esta es la segunda vez seguida, que la veo rojiza a las 2 a.m.
Mis rituales no son de cremas en la noche, o de tomarme mis pastillas a la hora exacta, no tienen que ver con el orden en mi cartera o de si me depilo cuando la luna está en menguante... mis ritos son más bien frugales, no se alimentan de cosas que otros consideran importantes, mis rituales no son ostentosos, son sencillos y requieren poco esfuerzo: escuchar los pájaros al amanecer, revisar las canas nuevas que van naciéndome para ponerles nombres, de vez en cuando escuchar las canciones que me mandas adjuntas en correos al azar, alzar la mirada para buscar la luna... y entonces... pensar en vos.
Mis rituales no son de cremas en la noche, o de tomarme mis pastillas a la hora exacta, no tienen que ver con el orden en mi cartera o de si me depilo cuando la luna está en menguante... mis ritos son más bien frugales, no se alimentan de cosas que otros consideran importantes, mis rituales no son ostentosos, son sencillos y requieren poco esfuerzo: escuchar los pájaros al amanecer, revisar las canas nuevas que van naciéndome para ponerles nombres, de vez en cuando escuchar las canciones que me mandas adjuntas en correos al azar, alzar la mirada para buscar la luna... y entonces... pensar en vos.
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