Esta mañana al despertar recordé que tenía que ir a Tacuba, en Ahuachapán. No quería ir, lo confieso, pero unas cuantas entrevistas que me han tenido entretenida me obligaron.
Y fui.
Me enteré que Tacuba está tan lejos, no tanto por la distancia excesiva, ni su calor inexorable, tampoco está relacionada esa sensación de lejanía a los caminos polvorientos que serpentean por todo aquel territorio.
Tacuba está lejos, es pesado el camino y me sofocó. Pero Tacuba es en especial lejano por una sola razón... no fui con vos.
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