Con el desarrollo del proyecto y
mi función de documentar, sistematizar y andar preguntando todo en cuanto se me
ocurra... me ha tocado asistir a cada una de las actividades del mismo.
Les conté lo que vi en el tallerde ilustración, el de los más pequeños, donde las edades están entre los cinco
y los doce años... pues ahora me ha tocado ir
a la clase más lejana, en medio de un cantón algo lejano de la zona
urbana. El taller de danza clásica.
Nueve niñas entre los 10 y los 13
años están recibiendo clases de ballet desde hace más de quince días. La
mayoría están en esa edad en la que no se es una niña, pero tampoco se es una
mujer, sin embargo, de vez en cuando se asoman las mujeres que algún día serán.
Me ha asombrado la disciplina y
la puntualidad de estas niñas. La dedicación, el esfuerzo físico y la
concentración, pero además, sus ojos, creo que uno de los rasgos comunes, no
solo es la delgadez y la delicadeza de sus cuerpos, sino sus ojos. Todas tienen
ojos muy bellos.
Helen es su instructora, las reta
y les exige... y las educa no solo en sus movimientos, sino que entre tanta
instrucción de "plié" y el conteo rítmico de 1...2...3... les dice
"vos tenés toda la capacidad del mundo" o "no se conformen"
o "vos mandas tu cuerpo, no tu cuerpo a vos" o un hermoso "cuando sintas dolor, lo
que queda es superarlo y ver que podes hacer para transformalo y hace algo
hermoso son ese dolor".
Son las mejores instrucciones
para enfrentar la vida que he escuchado en buen rato, pero sobre todo para
estas niñas, que en original eran 15, pero que ahora solo son 9... estas nueve
tienen la misma rutina que las otras 6 que se marcharon... tienen que ir a
cortar, tienen que ir a acarrear agua, tienen que darle de comer a los animales,
cuidar a los hermanitos, pero se han rebuscado para no conformarse y venir
algunas mañanas a conocer que tienen músculos que no sabían.
¿Cómo ayuda todo esto en la
prevención de la violencia? me preguntarán mis "partners" canadienses
que dieron el dinero para comprar las falditas de organza rosa, las zapatillas,
la grabadora con la que Tchaickovsky suena sin fin, el vaso de leche que se
toman a diario y el refrigerio que se comen antes de irse a sus casas...
estúpidamente yo les haré un análisis de impacto en la comunidad, también les
daré datos cuantitativos sobre las deserciones y el cumplimiento de metas, les
haré un hermoso gráfico de barras donde reúna lo que contestan estas niñas en
una encuesta. Pero ellos jamás sabrán, entenderán y sentirán esto que siento yo
cuando las veo, las escucho con su algarabía de pajaritos jóvenes, no
comprenderán que estas nueve niñas ahora tienen más posibilidades de "no
conformarse" con la escases, con la falta de educación y de oportunidades
laborales, no verán en sus sonrisas y en sus ojos maravillados cuando preguntan
"Seño... ¿quién hizo esa canción tan linda... esa la del cisne
encantado?" y Helen contándoles la historia de "El lago de los
cisnes" y de cómo todas tienen la misma oportunidad de hacer cosas bellas,
no importando si es en la música, en el baile o en lo cotidiano.
Posiblemente estas niñas seguirán
siendo de movimientos descoordinados, seguirán apartando la mirada por la pena
si las miran danzando, pero al menos ahora saben que tienen que ver hacia
adelante, que no tienen que tener pena de ser quienes son, pronto estas niñas
serán señoritas, seguramente no volverán a recibir clases de ballet, a lo mejor
pasará mucho tiempo hasta que alguien les enseñe más palabras en francés, pero
al menos ahora, más de alguna, tendrá guardados en su mente y en su corazón la
certeza de que el mundo inicia justo donde termina su comunidad y que ese mundo
es maravilloso sí así lo deciden.
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