o cómo auto dedicarme post's de recriminaciones.
Muchas personas me han hecho comentarios sobre mi perfeccionismo enfermizo en el trabajo y de la auto-exigencia que ejerzo. En alguna medida tienen razón.
Trabajar a mi ritmo no es sencillo y por eso prefiero mil veces trabajar sola, porque exijo exactamente lo que me exijo a mí misma, termino sintiéndome una arpía y la gente no logra comprender esa necesidad, no de perfección, sino de precisión.
Gabriela, la menor de mis hermanas, está haciendo horas sociales conmigo y le ha tocado tabular la mayoría de las encuestas del proyecto y todavía le espera trabajo duro en enero. No sé si es necedad de ella, pero es de las pocas personas que me aguantan en mis estados de euforia laboral. Quizá padecemos de ese perfeccionismo cada una de manera distinta y por eso me comprende.
Ayer por la tarde me dijo "mirá, mi compu está dando problemas y no puedo seguir". Me quedé callada unos minutos, sentía cólera y aflicción a la vez, por supuesto ella solo percibió mi molestia... sin embargo, insistió a lo que le contesté (mal) "yo no sé cómo vas a hacer, pero los resultados los quiero para el 27 en la mañana y no me estés diciendo que tenes problemas... solo solucionalos o resolvé de otra manera". Es cuando les digo... me siento de carácter mierdero, justo cuando termino de decir ese tipo de cosas... pero de nada me sirve, porque el daño está hecho.
No sé qué hizo, ni cómo lo hizo... ni si alguien le ayudó, pero anoche mismo ya estaba tabulando a mi lado. Como a las 8:30 p.m. me sentía tullida de estar sentada todo el día trabajando, así que me levanté a caminar, fui a dar una vuelta al parque, antes de salir de la casa le dije que cenara porque me dio la impresión de que no había comido todo el día y creo que no estaba equivocada.
Mientras daba vueltas por el parque, viendo el cielo estrellado, pensé que menos mal que no tengo hijos, sino los pobres sufrirían con una nana como yo. Soy tan perfeccionista de mierda y termino siendo un total fracaso en las relaciones interpersonales.
Luego pensé que debería de ser lo suficientemente coherente para ser perfeccionista no solo en lo laboral, sino en todo, no solo revisar adecuadamente lo que publico, verificar que no tenga errores "básicos" de ortografía, administrar mejor mi tiempo y no ser tan intensa y no trabajar como máquina sin descanso, estar atenta a cómo me administro entre mis afectos, ser clara y limitante, ser estricta conmigo misma y mi corazón y no con los demás. Digo yo... un poco de coherencia me haría bien.
Justificar de dónde nació esta mala maña no vale la pena, como tampoco vale la pena contarles cómo mi maestro y tutor trata de corregir mis errores de la manera más prosaica posible. Porque entonces me doy cuenta, es lo mismo que yo hago con Gabriela y con todo aquel que tiene la mala suerte de trabajar conmigo.
Ser perfeccionista (a secas) es malo, pero es peor ser perfeccionista de mierda.
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