Sol llegó a la casa hace poco más de seis meses... es atigrado y no recuerdo quién le puso ese nombre que nunca me pareció adecuado para un gato. Como todos los de su especie es solitario y huraño, conmigo no mucho topa, pero un par de veces se quedaba haciéndome barra cuando me quedo hasta noche trabajando.
Sol se sentía a gusto cuando éramos menos personas en la oficina. Se le notó que empezó a aborrecer el ambiente cuando empezaron a llegar cada vez más personas, pero cuando llegó Bonnie creo que encontró el amor que andaba buscando, ella lo ama y lo adoptó como cuestión propia. Sol se quedó.
Para esos días, creo que también llego Mi, la gata que pasó a ser Mi de Sol... creo que la gata también llegó con la libertad con la que llegan los gatos, algún creativo de la oficina pensó que sería bueno que tuviera un nombre relacionado con la mascota anterior y en vez de ponerle luna, como hubiera sido lógico, le puso Mi.
Sol y Mi procrearon. Los gatitos nacieron en el techo de la escuela, en medio de las tejas. Mi no pudo encontrar un lugar más seguro en esta casa de locos, ese lugar le aseguró que nadie tocara a su prole. Nacieron tres: Do, Re y Fa. Durante días anduvimos pendientes de dejarle alimento y leche a la mano a la buena madre para que estuviera robusta y pudiera alimentar bien a sus gatitos.
Confieso que me abatía tanta maulladera porque cuando los gatitos exigían comida quién los callaba! Pero en eso mudamos las oficinas centrales a otro local y en el antiguo solo quedó el departamento de producción artística, los talleres de vestuario y utilería y el salón de clases. Supongo que para los gatunos padres fue un alivio ver menos gente al rededor.
La familia Pentagrama era feliz y corrían en normalidad sus vidas.
Un día fui a dar clases y los vi... los tres gatitos caminando tras su madre en fila india sobre el tejado, fue un espectáculo lindo y chistoso porque todavía estaban en ese ensayo previo para salir al mundo. Mientras Mi, Do, Re y Fa pasaban en el techo, Sol pasaba tal cual rey león tiradote en el taller de vestuario con Bonnie.
El jueves pasó una tragedia. No daban las 9 cuando sonó el teléfono en las nuevas oficinas, yo contesté, era Bonnie, la escuché alterada y sin entenderle nada de lo que decía en un inglés atropellado. Cuando logré entender algo le comuniqué a todos el desastre: Mi había muerto. La encontraron en la puerta de la escuela, los tres gatitos estaban rodeándola, sin entender por qué no se movía, rápido Bonnie los tomó para que no estuvieran con ella, le dieron bocado, eran evidentes los signos de intoxicación y los gatitos también podían intoxicarse. Bonnie estaba muy asustada por los sobrevivientes, porque también podían morir envenenados.
Anoche me tocó cocinar para la chupa semanal, llegué temprano con mis ingredientes y utensilios para preparar la comida de todos. Vi a Sol, tiradote en medio del patio, lamiéndose parsimoniosamente y a un lado sus tres hijos... jugando, tratando de cazar las colas de los demás, corriendo como si no hubiera otros objetivos en la vida, siendo felices.
Mientras cenábamos empezamos a hablar sobre el futuro de los gatitos, Sol no es garantía de cuido y además Bonnie está por regresar a Canadá. Stefanía quiere quedarse con el negrito... y los otros dos están por ser repartidos entre Michelle y mi runmeit.
Sé que el hecho de hablar de gatos es tan raro en mí, para empezar ni me gustan mucho. Pero tengo que ejercitar el poder escribir de cualquier cosa. Mi próximo relato incluirá un Tiburón, lo prometo.
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