viernes, 31 de julio de 2009

Loyola

Es un lugar refundido en España, ahí hace más de 450 años nació un hombre al que llamaron Iñigo, pero luego cuando llegó a la juventud... y luego de un par de experiencias se hizo llamar Ignacio.

Hoy es su día. Un día como hoy un Papa dijo que es santo. Vaya a usted a saber... al final esos asuntos son totalmente de relaciones públicas directas de cada ser human0 con Dios. Pero bueno, ahora el hombre que un día 23 de octubre nació como Iñigo... hoy se llama San Ignacio de Loyola, se dió el lujo de andar jodiendo de lo lindo, enamoradizo y soñador, luego se fue a la guerra, salió (casi) entero, leyó lo que le trajeron y eso le cambió la vida. Se encontró a algunos seres extraños como él y formó un ejercito. Misioneros, educadores, administradores, acompañantes espirituales, intelectuales y mas de algun fantoche... (usted decida las permutaciones que le agreden).

Me imagino que este hombre, que nunca se imaginó las proporciones del "modo de proceder" de sus continuadores dejarían a la humanidad tantas grandezas y alguna que otra cagada.

Recuerdo que cuando estaba en segundo grado, en marco de esta festividad en el colegio donde estudié, nos pusieron a dibujar al santo en cuestión, luego que una parca bibliotecaria nos leyera la historia. Lo dibujé y sin ser una virtuosa en las artes plásticas (nunca lo he sido y creo que nunca lo seré) gané el primer lugar de mi grado. Mi dibujo fue enviado a un pasillo de aquel enorme edificio y se expuso a otras seis creaciones correspondientes a los demás grados de primaria. Fue mi única exposición colectiva.

Dibujé a San Ignacio un poco diferente a los demás participantes, no tenía la armadura de soldado (vanidoso) de Cristo, ni tampoco estaba tirado en el suelo de la Batalla de Pamplona, con una dramática bala de cañón destrozando dolorosamente su pierna izquierda. No lo dibujé sentadito a la par de un río haciendo ejercicios espirituales y teniendo una aparición del Cristo Crucificado, ni tampoco montando guardia frente a la Virgen y menos viajando solo y a pie, con un bordón super alto en franca ayuda a su cojera. ¿Quieren saber cómo lo dibujé? Lo dibujé dando clases.

El hombre nunca fue ni profesor, pero ahí estaba San Ignacio con yeso en mano, escribiendo en una pizarra infinitamente verde. No sé qué pasó por mi mente infantil y en la mente de los jurados del concurso.

Por supuesto que no gané la final, pero ahora pienso en ese españolito narizón que me ha enseñado tanto y que me ha des-velado en todos los sentidos.

No soy muy rezadora, a veces soy una incoherente, pero esta oración que él hizo siempre viene a mi memoria, con sus dibujos, con los alumnos, con los amigos, con los colegas y las eternas mantas pintadas a la carrera cada ultima semana de julio y siento que tenía razón el tal papa... este tipo es un santo... o algo parecido.

Toma Señor y recibe
toda mi libertad,
mi memoria,
mi entendimiento
y toda mi voluntad.
Todo lo que tengo y poseo
Vos me lo diste,
a Vos te lo regreso.
Todo es tuyo,
dispón de ello según tu Voluntad.
Dame tu amor y tu gracia
que esto me basta.
Amén.

1 comentario:

Charlie dijo...

Te acordaras que el tipo nunca me parecio fotogenico...