jueves, 19 de noviembre de 2015

Pecados de juventud

Me gusta la música, no quiere decir que tenga un buen gusto como tal, simplemente encuentro en las notas de una canción la facilidad de guardar silencio e ignorar a la gente o solo me gusta de verdad escuchar otras cosas que no sean mis pensamientos.

Estaba esperando a que salieran unos artes finales en la oficina y como había terminado mis tareas asignadas del día me puse a pensar cuál ha sido la canción que me ha gustado desde hace años y que de alguna manera me ha dado pena decir que me gusta. Hay muchas, casi todas son pop, no solo pop, sino que del pop chicloso de los noventas, cuando era una adolescente aturdida y confundida, pero de eso voy a contarles otro día.

Hoy les voy a confesar un pecado de juventud, me gustan algunas canciones de Mónica Naranjo, ajá aquella mujer esbelta de cabellera bicolor que apareció hacia el final de la década de los noventa. Vaya ya lo dije. En fin, mi favorita de ella es "sobreviviré".

Era el año 2,000, tenía 23 años y devoraba libros, daba clases y seguramente había terminado con algún tipo que no logro recordar, porque la canción habla precisamente de sobrevivir a la ausencia de algún macho alfa. No se imaginan cómo me ayudaba escuchar esta canción en las madrugadas mientras estudiaba para los parciales de Letras.



Mónica había dejado su cabellera distintiva blanco y negra y ahora parecía un poco normal, claro, hasta que uno veía el video y comprobaba que seguía igual de loca, pero eso a mi no me importaba, su derroche de sensualidad no me molestaba y su voz me parecía terriblemente poderosa.

Si uno le pone coco a la letra en realidad es una canción muy triste, donde una persona solo puede hacer una cosa: rumear a gusto una cólera satánica.

Luego vino la versión en vivo, porque por supuesto la canción tuvo mucho éxito en aquella época y Mónica salió al escenario con un séquito de bailarines que le hicieron comparsa para gritar al mundo una fortaleza recién estrenada luego de una derrota o una hecatombe emocional, yo pasé días completos oyendo esta canción, buscando precisamente un poco de fortaleza porque en mi paraíso extraño no lograba quedarse nadie.




Pues resulta que no acabó ahí. Para algunas personas, en especial las más duras, el tiempo es una cuestión que pasa sin darnos cuenta, hasta que alguna debilidad nos encuentra y el dolor nos abraza. Me ha pasado a mí y a Mónica. Ya no somos las jóvenes que hace quince años nos acompañábamos sin saberlo. Aunque una de las grandes ventajas de hacernos viejos, es que algunos daños nos dejan de doler y sanamos.

Nadie lo sabe, pero cuando estoy sola en casa, mientras hago limpieza o me siento a coser en la máquina o simplemente me dispongo a escribir pongo esta canción y me deja con el ánimo bien puesto, Tolstoi ha sido el único que me ha visto cantar con la escoba como micrófono. Pero todo cambia, como diría la Meches... así llegó el 2009 y Mónica en un intento de parecer menos loca y un poco más conservadora se alzó con una gira acompañada de una orquesta sinfónica. Mire, niña... su hermosa cabellera ya no está, pero la cabellera del director de orquesta es maravillosa.



¡Mónica! ¿qué le pasó a tu voz? Si, hemos envejecido, también tu voz prodigiosa y gritona, pero agradable se ha ido, tu rostro es otro, tu cabello tiene otro color y disculpame que te lo diga... qué vestido más feo.

Me encantan las versiones con orquesta de tantas canciones, hasta las más inverosímiles, pero esta no, no es la canción que me ha hecho llorar de la emoción en algunas madrugadas de borrachera solitaria. Pero esta... esta no eres tú, no es nuestro himno.

Yo tampoco soy la de hace quince años, ahora tengo sobrepeso, sigo tan tímida como siempre como para no permitirle a nadie, a excepción de Tolstoi, que me vean cantando a gritos y gestos esta canción, pero ahora me voy a buscar más allá de las cosas y resulta que esta noche me enteré que esta canción no es original de Mónica Naranjo. No.

Sobreviviré es una adaptación de la canción Fiume Azzurro, de Mina, ¿Quién es ella? Bueno, una de las grandes cantantes italianas de los años 70's, por supuesto su voz no tiene la potencia de la andaluza, pero me pareció una canción bella en su versión original, que por supuesto, les comparto acá.



Por supuesto, la canción no la escribió Mina, pero si fue ella quien en 1972, cinco años antes que yo naciera deleitó a toda Europa con esta y otras canciones.

Uno de joven es algo ingenuo y pecaminoso, es lo único que puedo decir al respecto. Aún así, sigo teniéndole mucha estima a la versión de Mónica, de hecho se escucha muy bien a todo volumen, ahora que estoy en la oficina sola.

martes, 17 de noviembre de 2015

Ese misterioso lugar llamado corazón

Mi corazón no le pertenece a nadie, es mío. Lo que sale de él es mi responsabilidad.

A veces no sé qué hacer con él, lo admito; en otras ocasiones no sé cómo reaccionar ante sus exigencias, pero a lo largo de los años he intentado llegar a un acuerdo armonioso para no matarnos mutuamente. No es fácil. 

Por extraño que parezca, la gente que logra llegar a él es casi imposible que salga, no es ingenuidad, es simplemente que me siento amada y amo a esas personas, que en esencia son mi familia, mi mejor amiga, mis cipotes adoptivos y los miembros de la tropa galáctica. No es que no quiera al resto de la humanidad, es que me detengo justo a tiempo para no sobrecargar a esa máquina que me bombea sangre.

¿Qué pasa cuando dentro de mi corazón se enfrentan dos o tres afectos distintos? Tiempo, quisiera tener más tiempo o partirme en cinco personas, una dedicada para cada área de mi vida: mi familia de origen, mi familia actual, mi trabajo/mi emprendimiento, mi amiga y locuras por hacer y una solo para mi, para no soltar los ratos de soledad que tanto bien me han hecho toda la vida. Pero no puedo, no puedo y algo me dice que no es correcto. Toca hacer malabares.

¿Será acaso que ando sentimental y no logro ver que los reclamos, los encabronamientos, las exigencias afectivas, el llanto por el teléfono son solo formas de afecto de la gente que está en mi corazón? Lo peor de todo es que si los entiendo, no los comparto, pero si... los entiendo, sería genial que ellos entendieran que estoy reacomodando todo para seguir siento la misma persona que los ha querido durante todos estos años. 

Esta mañana Miguel me dijo que casi termina de ordenar y limpiar su closet, ese hombre... como yo, está acomodando todo para que yo me instale en su vida definitivamente; durante varias semanas lo he visto buscar espacio para mis cosas, ideando la forma de que yo no me deshaga de nada de lo mío, dándome la bienvenida con todo y mis libros, mis afecto, mis planes, mis miedos y mis esperanzas. El resto de habitantes de mi corazón deberían estar felices por eso, yo estoy feliz por eso. 

Esta mañana hablé con mi madre, de nuevo me ha reclamado amar a otras personas. Esta mañana mi amiga me ha informado que algo le molesta, esta mañana he llorado un poco. Esta mañana las he entendido... porque ellas están en mi corazón también.    

Posiblemente todo se reduzca a algo bien sencillo, a este misterioso lugar llamado corazón le va haciendo falta estrenar una nueva forma de seguir queriendo a sus habitantes. Una forma que nos deje a todos felices. Incluyéndome. 

miércoles, 11 de noviembre de 2015

26 años de esperar cambios

Hace 26 años empecé a escuchar disparos cada vez más cerca de mi entorno, yo tenía 12 años, una hermana, unos papás que echaban riata de sol a sol y estrenaba la manía de andar buscando libros guardados bajo llave para leerlos solo por el pinche morbo de saber qué decía, por lo general esos libro ocultos por mi papá eran de Roque Dalton. Lo recuerdo como si fuera ayer.

Yo sabía que había guerra en mi país, me lo decían las noticias a diario, los cuerpos de dos mujeres mutiladas que vi un día camino al colegio y la muerte de los papás de dos de mis compañeros en segundo grado, me lo decía en susurros mi papá. Me lo decían, aquel anochecer, las balas, los pasos de "los muchachos" en el techo de mi casa, la oscuridad y la ausencia de mi papá. 

Tengo 26 años de haber dejado de ser niña, la guerra se llevó una importante parte de mi infancia, la ofensiva "hasta el tope" fue un momento decisivo, en el momento de llegar a nuestro refugio, luego de aguantar falta de agua y luz, tiroteos, amenazas de bombas frente a mi casa, ver heridos, darles de comer a "los muchachos", soledad de mi padre, la dureza de seis días de terror, de muerte y olor a quemado, cuando llegamos a casa de mi tía todo terminó de destrozarse, vi en la televisión como alguien extendía enormes y blancas sábanas sobre los cuerpos de los jesuitas. Lloré, no entendía la razón, pero igual lloré. 

El doctor que nos acogió en su casa, el patrón de mi tía, nos revisó a todos los niños que íbamos en la caravana que buscaba vida, yo era la mayor de todos mis primos y mi hermana, yo fui la última, encontró que tenía quebrado el dedo meñique de la mano derecha, pensó que me lo había quebrado en la huida, no tuve el valor de confesarle que mi mamá me lo había quebrado el 11 de noviembre, cuando me dio la última paliza que alguien me ha dado. No tuve el valor de decirle que ya no iba a dejar que nadie en la vida me hiciera daño. Me vio llorando y me insistió que los curas muertos no eran los de mi colegio, no importa, le dije, lloro porque los mataron. 

No recuerdo cuánto tiempo pasamos en aquella finca, era mi lugar favorito en todo el mundo. En aquella finca siempre encontré refugio.

Han pasado 26 años, el doctor murió hace años, mi tía ya no trabaja ahí luego de más de 40 años, la echaron los nietos del patrón. Han pasado 26 años, el salario mínimo sigue siendo de miseria, el acceso a la salud y la vivienda dignas es casi imposible, la educación es "tantito" igual o peor que antes, las oportunidades laborales son escasas y si tenes trabajo, dale gracias y rendile pleitesía a tu patrono porque al menos tenes trabajo y de paso no te quejes. Han pasado 26 y los políticos ahora son millonarios y los millonarios ahora quieren volver a ser presidentes. Han pasado 26 años, entre esos, 8 de gobierno de izquierda y nada, nada, absolutamente nada ha cambiado. Siguen oyéndose disparos por la noche, siguen habiendo desaparecidos y papás y mamás que buscan a sus hijos e hijas en quebradas, basureros o pozos, en medicina legal y en la cárcel. Han pasado 26 años y aún hay ganas de llorar por los que son asesinados. Han pasado 26 años y todo es igual y todo es tan distinto. 



Que devuelvan lo robado
que entreguen luego, luegito
todas las tierras robadas y también el dinerito
porque no permitiremos ya más trampas, el plebiscito.

lunes, 9 de noviembre de 2015

Lo que hacemos con las manos...

repercute en el corazón.

Se lo decía ayer a Miguel, seguramente en una vida pasada fui carpintero o alguien que hacía cosas con las manos, reparaciones, construcciones... o simplemente es la herencia familiar de ser nieta de un agricultor, sobrina de un albañil, de un electricista y un "hacelotodo", o simplemente siempre me he dedicado a arreglar lo que otros desechan.

Estas semanas me estoy dedicando a entrar a un nuevo espacio, a una nueva forma de vida, tan desconocida y tan llena de temores para mi, pero tan rica, tan rica, que el 95% de las personas que conozco la han establecido ya, y como me ha pasado en casa de mis papás, ha habido dos formas de "ser parte" de la manada... cocinando y arreglando cosas.

El sábado me dediqué a renovar un chinero de madera, tan viejo como el mal pensamiento, todo esto no sería en realidad importante o valioso si lo hiciera sola. Fuimos a la ferretería con Marcela, lijamos el mueble con empeño y determinación con Gerardo, lo barnizamos con Miguel.

Posiblemente las cosas no son nuevas, simplemente necesitan un poco de dedicación para sigan lindas. Reconozco que a veces me emociono y quisiera renovarlo todo, pero no puedo y a veces me daré cuenta que no me corresponde, pero es mi forma de decir "si quiero tener esto con ustedes", porque al final he encontrado a las personas que me han sacado de mis soledades.

Y si... quisiera una lijadora eléctrica, un serrucho, variedad de pinturas, un taladro y un tablero en Pinteres que se titule "For the home" (que es lo único que tengo de todo lo mencionado) pero lo que siempre quiero, más que todo eso, es el entusiasmo de construir un hogar entre todos.


miércoles, 4 de noviembre de 2015

Desesperanza

A veces nos cansamos, nos llenamos de desaliento. Una llamada, una noticia, una mala noticia, un llanto, un arrepentimiento ajeno, el tiempo, el trabajo atrasado, el trabajo en exceso, la salud que flaquea, la cotidianidad. Tenemos derecho al cansancio, al querer estar solos, a la distancia, al silencio. Se nos desgastan las palabras y quisiéramos dejarlas descansando un buen rato. 

Ayer recibí un mensaje, ha sido el mensaje más triste que he recibido en muchos años... y entiendo. Entiendo porque aunque no han sido las mismas circunstancias, yo también me he sentido desolada cuando me he enterado de algo feo. 

¿Cómo sobrevivimos al desaliento?, ¿es justificable largarnos una temporada a la montaña, solos, ermitaños, huraños, herméticos?, ¿es justo para nosotros? Claro que si. Claro que si es correcto pensar que queremos mandar todo a la mierda, sería maravilloso. Pero resulta que los problemas que a veces nos llegan están ligados a lo que somos... padres, hermanas, tías, hijos. Lo que nos deja exhaustos está ligado a quienes amamos. El amor a veces nos trae dolor.

En lo personal, jamás entenderé a la gente y sus malas decisiones, pero, ¿quién soy yo para juzgar el miedo ajeno? Aún así, comprendo que la vida nos tiene que poner límites, nos tiene que dejar quietos un rato para aprender, para rectificar, para tener espacio de maniobra y tomar otro rumbo y rogar que ese rumbo sea mejor. 

A veces nos cansamos, nos llenamos de desaliento. Pero es más soportable cuando las cargas son compartidas. Yo que soy triste por vocación lo sé perfectamente... y vos que me lees, acordate, no estás solo.