Ay… qué bonita familia!
Luego de una semana completa planificando la celebración del día del padre… todos los planes se vinieron a bajo por un par de discusiones inocuas, de las cuales, increíblemente, no formé parte. Voy mejorando!
Los implicados en la discusión se reconciliaron pero ya era muy tarde para dirigirnos al destino inicial. Así que decidimos esperar a ver el partido entre Brasil y Costa de Marfil y luego partir a otro rumbo.
Como ninguno de los contendientes de dicho partido es de mi gusto… me retiré a mis aposentos a echarme una siestecita. El insomnio nocturno ha estado heavy últimamente, además la confección de adornos ha estado quitándome un poco de paciencia por aquello del cálculo de espacio y belleza. Por supuesto, la eufória familiar por el equipo latinoamericano no dejó que durmiera a gusto, así que busqué otra alternativa, me puse a ver algún capítulo de las tres series que estoy echándome en la compu… esta vida insana me está matando. Tanto “desocupamiento” no es bueno.
La niña Marthita entró al cuarto para avisarme que ya había terminado el partido y que estaba próxima nuestra partida… me alisté (entíendase me puse los tenis) y salí. Como siempre mi familia hace alarde de toda una complicación para salir de la casa, nunca he logrado entender por qué se tardan tanto, se complican tanto en detalles… hay que llevar hasta el tufo para que vayan tranquilos. Para mientras ellos se complicaban, yo salí a la calle y me senté en la acera a espararlos en compañía del buen Sebastian.
Todos salieron, mi papá arrancó el camioncito, nos subimos todos y de repente… preguntó: “¿Quién trae la llave? Necesito entrar”.
Tenemos casi tres meses de vivir en esta casa y es increíble: solo tenemos el juego de llaves originales que nos dio el dueño de la casa!
Nadie, nadie… nadie… nadie había sacado el juego de llaves. EMPIEZA A CRISTO A PADECER!
Mi papá se encachimbó, mi mamá tenía cara de curso y mis hermanas empezaron a buscar al culpable del olvido, empezaban a implicarme en el descuido cuando les recordé que Sebastian y yo fuimos los primeros en salir y que, como nunca paso en casa, nunca saco las llaves para no dejar afuera al resto de la familia, “así que no me estén echando culpas a mí” dije.
Y ahora quién podrá ayudarnos?
Me subí por el balcón de la ventana de la sala, pero al llegar al techo me percaté que, con el primer paso que di sobre él, tronó feo… ay no… mejor que digan “aquí corrió que aquí quedó”, me bajé inmediatamente. Estaba analizando otra posibilidad, cuando mi mamá me llamó, había ido a la casa vecina a ver si tenían una escalera que nos prestaran.
Una muchacha muy bonita, que nunca había visto, me dijo que podía intentar entrar desde su patio.
¿Les he contado que le tengo miedo a las alturas?
Ahí estaba yo, encaramada en el muro que divide nuestros patios, mi mamá me dice que suba la escalera y que la pase al lado de nuestra casa para que baje por ella.
Me costó un mundo hace eso que tan fácil se me dijo. La mentada escalera de madera pesaba un montón y yo solo tenía una mano libre, porque con la otra estaba asegurándome de no caerme. Me temblaba todo, de puritito miedo y de hacer fuerza. No sé ni cómo pasé la escalera, la bajé despacito, me tardé como cinco minutos en estabilizarla y dejárla (medianamente) firme en el piso, para luego bajar por ella.
Resumen: No calculé bien, había bajado dos peldaños de la escalera cuando se deslizó y yo alcancé a agarrame bien de la orilla del muro antes de que se cayera la escalera. Ahí estaba yo, colgada del muro, renegando del olvido inicial y del hecho de ser la “idónea” familiara para hacer esos malabares.
Tenía que calcular dónde aterrizar, para variar había un gran guacal con agua justo junto al muro, así que tenía que balancearme un poquitín antes de soltarme para no meter la pata en el dichoso recipiente contenedor de líquido. Me acordé que hace años, cuando iba a trabajar a una comunidad, tenía que saltarme un muro mucho más alto y que no andaba con babosadas, claro, tenía diez años menos y no tenía las lesiones que ahora colecciono. Es una desgracia esta inutilidad, feo el modo del cuerpo.
Cuando caí sobre mis pies y constaté que no tenía otra lesión, oí que mi mamá estaba preguntándome si estaba bien, porque había escuchado el golpe de la escalera cuando cayó y mi consecuente gritillo de “Ay!” cuando caí en el patio. Por cierto, tropecé con el guacal con agua cuando ya iba para la puerta del patio. Igual me mojé el pie.
Mis hermanas me habían dicho que una de las ventanas de la cocina estaba sin seguro, pero no recordaban cuál, si era la que está junto a la puerta pues solo había que abrirla, meter la mano y abrir la puerta. Si era la otra… tendría que buscar en qué apoyarme para subirme y entrar por ella. ¿Cómo es posible que se compliquen tanto y que me compliquen la vida de paso?
Revisando las ventanas estaba, cuando me acordé de Robz quien dice que solo a mí me pasan este tipo de cosas. Ninguna de las ventanas abría. Ya me estaba dando cólera de la titánica, cuando la ventana adecuada (es decir, la que está junto a la puerta) tronó y me indicó que estaba sin seguro, logré abrirla y pasar el brazo para abrir la puerta.
Entré. Escuché que me preguntaban si había podido abrir. Busqué la llave y me la eché en la bolsa del pantalón, me serví un vaso de agua, me lo tomé y fui a abrirles la puerta de la calle.
“Vámonos ya” les dije y siacabuche.
5 comentarios:
En nuestra familia hacemos copia de las llaves hasta para regalar :p . En la oficina tengo una copia, en la casa de mi familia tengo otra copia.. hasta tenía una copia escondida en el chasis del automóvil... Por llaves no padecemos.
Pero dejar las llaves olvidadas da la oportunidad de contar las hazañas y darse cuenta de la vulnerable seguridad de nuestras casas.
Como yo padecía de perder las llaves, tuve que curarme de dos formas: amarrandome las originales al pantalón y sacando copias múltiples también. Pero como con esta mi familia de todo puede suceder no me extrañó la pasada.
Feo tu modo! no había pensado en la vulnerabilidad que mencionas!!!
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Jajajajaja
Metro-pass................ $121.00....
Jeans en WallMart......... $ 8.00....
Leer toda esta aventura
e imaginarte recordandome
y probablemente
maldiciendome........... No tiene precio
Insisto....
SOLO A VOS TE PASAN ESTAS COSAS
Vieras cómo me acordé de vos y te visualicé en el patio de mi casa, mientras estaba encaramada en el muro y te estabas desatornillando de la risa, como cuando llegabas a mi oficina y nos matabamos de la risa de alguna tontera... lo admito... me diste cólera, pero inmediatamente... me hiciste falta. Cuidate.
Yo de lo que no tengo otra copia es de las llaves del carro. Un dia de estos se me atoró en la puerta del baúl y no podía ni abrir la puerta ni sacar la llave.
La puerta me valía queso, pero no iba a poder usar el carro si quebraba la llave.
Por obra mágica al fin salió.
Suspiré
La puerta del baúl sigue jodida
Y aun no tengo otra copia de la tal llave.
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