Conmigo vienen mi falta de paciencia, mis días en zozobra, mis proyectos inconclusos, mis esperanzas de cartón y un sinfín de cosas que se acomodaron en mi maleta hace unos dos o tres años. Posiblemente sea un riesgo escudriñar y ver qué traigo conmigo, me da miedo, pero eso es porque siempre tengo miedo de todo. De todo.
Traigo música bonita, libros sin leer, historias no escritas, gritos retenidos y el recuerdo del gato que se nos murió hace un año, pero además los dos gatos que nos han quedado para recordarnos que los nahuales siguen acá con nosotros.
De a poco iré arreglando esta casa que encuentro llena de telarañas, de malos olores y polvo del ayer. Si gusta puede pasar, usted decide qué hacer: puede revisar los cajones añejos, sugerir nuevos colores para las paredes, colgar nuevos cuadros o escuchar la música que me acompaña mientras yo barro y saco todo aquello que ya no me sirve. Luego, cuando termine, nos tomaremos un café con semita y platicaremos sobre eso que nos asombra, al punto de mantenernos con vida.
Bienvenidos.
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