“Wallis tenía razón. Lo más importante en la vida es la familia. Hay días en los que los amas y hay días en los que no… Pero es a ellos a quienes siempre regresas. A veces es la familia en la que naciste… y a veces es la familia que tú misma te formas”
Desde el domingo he estado pensando en mi familia y en el cariño/amor que siento por cada uno de sus miembros, pero como siempre, pienso más en mi mamá.
No tengo la relación sana que debería tener con esta mujer, nunca la he tenido y creo que a estas alturas de la vida no lograré tenerla.
Hay recriminaciones, chantajes afectivos, efectivos y detonantes de mi furia, también salen a relucir resentimientos, enojos ancestrales y dudas… claro de ambos lados de las trincheras.
El domingo me hizo terminar el fin de semana llorando y creo que pasé llorando hasta el día de ayer.
Reconozco mis faltas, mis desconsideraciones y trato de estar siempre en una dimensión de mejora continua para no joderle el rato a la mujer, pero qué puedo decir… soy un ser humano imperfecto, burdo… común y corriente y me equivoco, y eso es lo que le molesta a ella.
Confieso que gasté mucho tiempo tratando de tenerla contenta, me porté muy bien de niña, fui ciegamente obediente y aprendí de memoria todo el protocolo para comer en una mesa servida con miles de cubiertos… poco me hizo falta para caminar con un libro en la cabeza mientras decía “las hormigas en Francia caminan con elegancia…” Pero llegue a la adolescencia y ahí es donde el cuento cambió… me volví rebelde, aprendí a fumar, a desobedecer y a argumentar contra cualquier argumento, al liberarme económicamente me volví más arrogante, autosuficiente e hiriente. Mi mamá sufrió mucho cuando me fui de la casa. Lo sé.
La vida nos depara sorpresas… unas buenas, otras no tanto… Por una marejada que me dejó revolcada la vida, el corazón y los ánimos tuve que regresar a la casa materna. Y heme aquí… viviendo con mi familia natal a mis muy entrados 32 años… Y lucho; lucho por tratar de seguir siendo la mujer independiente que ya era… y no puedo; lucho por no dañar a mi madre y al resto de la familia… y no puedo; lucho por mantener la distancia y ver todo objetivamente… y no puedo. Es la mera desgracia!
Los pasados días de lluvia me trajeron no solo las lágrimas familiares, creo que todo se estaba conjugando para hacerme “limpieza de las glándulas lagrimales” porque me dormía y despertaba llorando… Es bien feo cuando se me baja la serotonina. Ella al verme los ojos hinchados y con ojeras… de tanto llanto e insomnio combinados… me pregunta por qué lloro. Yo solo la miro con mi mirada No. 8 que no dice nada pero que dice todo… “por tu culpa!” quisiera decirle, pero me quedo callada y me encierro en mis aposentos a jugar solitario, escuchar música y planificar cosas del trabajo.
Soy una pesimista profesional. Es una mala maña jesuita que no puedo quitarme… nunca desarrolle del todo mi lado emocional del cerebro y nuallo cómo decir las cosas, entonces me quedo callada y espero el peor de los finales… en todo. Quizá sea necesidad de repeler el dolor, o una forma de no sufrir “de más” cuando se dé ese desastroso final. No sé. Pareciese que nada puede venir suavemente.
Pero si… si pueden llegar cosas buenas. Lo que pasa es que soy muy ciega.
Ayer fui a traerla a su trabajo, desde que la violencia se ha disparado aún más en nuestro país, trato de pasar por ella para que no viaje sola, sé que no es que pueda hacer algo si algo desastroso pasase, pero no me gusta que esté sola. La veo tan débil a veces y no me doy cuenta que la débil soy yo.
- Tengo que pasar a “X” a dejar unos papeles – dijo ella
- Ta bueno, vamos – dije yo.
Al llegar al tal lugar mi madre se encuentra con una señora… empiezan a hablar mientras yo empiezo a distraerme, de repente y de sorpresa me toca el brazo mi madre y dice:
- Ella es mi hija
- Mucho gusto – digo mientras le doy el besito de cortesía a la doña
- Hola linda… mucho gusto… ¿todavía estudias?
- Noooooooo… - dice mi madre ipso facto – mi hija ya se graduó de la universidad.
- Ah, si? ¿qué estudió? – me pregunta la señora
- Letras – debo dejar de contestar con palabras sueltas.
- Mire!!!!!!!!!!! es linda esa profesión!!!! – y dice esa señora a hablarme de los libros que ha leído y de la muerte de Saramago y que si tengo alguna recomendación y que no sé qué y no sé qué… ya sentía yo que mi mamá nos interrumpía y le decía a la señora que de nada sirve ser licenciada en letras porque no hay empleos exitosos para seres como yo o que trabajo y trabajo por muy poco dinero… o cualquier otro de sus acostumbrados comentarios… cuando dice
- Además… también estudió Teología – empezaba a sentirme un poco expuesta… y a pensar que tanto cartón universitario de nada me han servido.
- Niña!!!! – me dice la señora – tenemos que sentarnos a platicar un día… yo callada veía a la doña y a mi mamá… tenían esa cara que ponen los entusiastas profesionales… empecé a sentir vértigo.
- Si… vamos a venir con más tiempo para que platiquen… y adivine… está a punto de lanzar su primer libro… mi hija es ES-CRI-TO-RA!!! – sentí que la conversa estaba saliéndose de proporciones y me sentí apenada… nuallaba qué decir.
- ¿¿EN SERIO?? (inserte un suspiro de admiración aquí) ¿Y va a hacer alguna presentación del libro?
- Si – alcancé a titubear – todavía no tenemos la fecha exacta, pero cuando sepa le aviso con mi mamá.
- Inviteme por favor!!!!
- Por supuesto! – suelta mi madre, esta mujer me hace unas cosas!!! pensaba mientras veía a mi mamá.
- Ay Marthita, ha de estar bien orgullosa! – le dice la señora a mi madre, yo no veía la puerta más cercana para intentar huir, entonces escuché algo que me botó al suelo todo el pesimismo del que soy capaz.
- Ella es el orgullo más grande de mi vida – dijo mi mamá.
“Ella es el orgullo más grande de mi vida”. Yo que soy arrogante, pretendo ser autosuficiente, que soy terroríficamente depresiva y bipolar, que me enojo porjiuston… que he sido calificada como desconsiderada y más de alguno (incluida yo misma) piensa que soy medio-fracasada y que tengo “feo el modo”… Yo soy el orgullo más grande de ella.
Ya ni me enteré en cómo terminó la conversación, nos despedimos de la doña y emprendimos el camino hacia esta región lejana. No platiqué con ella, nos tocó viajar en asientos separados y eso me dio tiempo para pensar, en vez de eso, cerré los ojos y me dediqué a sentir el amor y orgullo que esa diminuta mujer sentada tres asientos adelante siente por mi, sé que nunca entenderá a esta loca, jamás comprenderá por qué no quiero darle nietos, ni ansío ceremonias ni compromisos empeñados en papeles, no entenderá jamás por qué siendo la pesimista que soy confio tanto en estos nuevos tiempros. Nunca va a entender cómo siendo tan fuerte y tan valiente para otras cosas no logro serlo para mí misma… No entenderá jamás… pero igual, siempre me amará. Y esa es la última lección que esta mujer me ha enseñado y prometo no olvidarla.
Gracias mamá, también estoy orgullosa de ti.
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