lunes, 9 de noviembre de 2015

Lo que hacemos con las manos...

repercute en el corazón.

Se lo decía ayer a Miguel, seguramente en una vida pasada fui carpintero o alguien que hacía cosas con las manos, reparaciones, construcciones... o simplemente es la herencia familiar de ser nieta de un agricultor, sobrina de un albañil, de un electricista y un "hacelotodo", o simplemente siempre me he dedicado a arreglar lo que otros desechan.

Estas semanas me estoy dedicando a entrar a un nuevo espacio, a una nueva forma de vida, tan desconocida y tan llena de temores para mi, pero tan rica, tan rica, que el 95% de las personas que conozco la han establecido ya, y como me ha pasado en casa de mis papás, ha habido dos formas de "ser parte" de la manada... cocinando y arreglando cosas.

El sábado me dediqué a renovar un chinero de madera, tan viejo como el mal pensamiento, todo esto no sería en realidad importante o valioso si lo hiciera sola. Fuimos a la ferretería con Marcela, lijamos el mueble con empeño y determinación con Gerardo, lo barnizamos con Miguel.

Posiblemente las cosas no son nuevas, simplemente necesitan un poco de dedicación para sigan lindas. Reconozco que a veces me emociono y quisiera renovarlo todo, pero no puedo y a veces me daré cuenta que no me corresponde, pero es mi forma de decir "si quiero tener esto con ustedes", porque al final he encontrado a las personas que me han sacado de mis soledades.

Y si... quisiera una lijadora eléctrica, un serrucho, variedad de pinturas, un taladro y un tablero en Pinteres que se titule "For the home" (que es lo único que tengo de todo lo mencionado) pero lo que siempre quiero, más que todo eso, es el entusiasmo de construir un hogar entre todos.


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