jueves, 15 de abril de 2010

En el aire

Mi naturaleza es más bien aérea… desde pequeña un viejo jesuita pudo ver la esencia de mi ser y declaró hace casi 25 años que yo era una niña etérea desde entonces, quiso la vida que este mismo viejecillo, veinte años después, el día que me fui del colegio me recordara que mi lugar no está en lo terrenal, sino más bien en el mundo de las ideas. Quiero creerle.

Hace un año (aproximadamente) conocí a Myrna. Ella me demostró (con hechos concretos) lo que ya me había dicho aquel memorable jesuita. Un día me sentó y con su sonrisa descalibrante me describió como nadie nunca lo había hecho. El hecho me desquebrajó, pues siempre he tratado de ser impermeable con desconocidos y ella acababa de llegar. Ella, sin proponérselo lo hizo. Soy de aire y de agua.

Pienso en las veces en las que me cuesta tener los pies en el suelo, siempre he sido soñadora, tiendo a los idilios y grandezas y concreto poco. Juro por el dios de los hebreos que he tratado de corregirme y parecer una persona normal. De tanto intentarlo hasta me he pasado de la raya y la gente tiende a pensar que mi naturaleza es objetiva, dura y rígida… en realidad es la gente, que al final de cuentas, no me conoce del todo o (peor aún) me exige que sea así… ajena a mi naturaleza.

La gente que me conoce… y que me quiere a pesar de saber cómo soy… logra ver que no es que desee ser así, solo que así soy… ER dice que soy humanista; Emilia dice que soy un ser extraño; Gabriela asegura que soy una persona dura y blandita a la vez… como el queso; Norman dice que durante mucho tiempo pude decir verdades duras con golpe suavecito o bellezas de un solo pencazo y mi madre simplemente no entiende mi modo, porque como buena tauro que es, no solo tiene los pies en la tierra, sino que los tiene enterredos como cincuenta centímetros bajo suelo y siempre ha deseado saber qué estoy pensando cuando ve que estoy contemplando las copas de los árboles o el cielo.

Se estarán preguntando los lectores a qué se deben estas disertaciones personales… esta mañana vi (de nuevo) “Up in the air” la última película de George Clooney. El tipo me trae buena vibra… procura ser feliz con lo que tiene y disfruta su estilo de vida… solitaria… hasta que entra en relación con dos mujeres. La perspectiva le cambia y hasta sufre… se da cuenta que es humano y que una de las razones por las cuales es un ser distante con el resto del mundo es por el deseo permanente de no querer complicarse la vida y no sentir dolores emocionales. Un tiempo quise vivir así.

En realidad, al final de la película, la vida del personaje de Clooney no cambia mucho, solo que se da cuenta que el resto de mortales, que siempre han estado en la tierra y que seguirán estándo ahí, le pueden enseñar que, aunque no deje de estar en el aire… puede tener contactos interesantes, gratificantes e incluso… primordiales.

Soy de escasas relaciones sociales, siempre he sido (y creo que seguiré siendo) huraña, pero ahora que he invitado a algunas personas a compartir mis vuelos (y que han aceptado) no me siento tan sola estando por las nubes.

Estoy en el aire

Opciones que me llevan a todas partes

Y no puedo encontrar la indicada que me ayude a terminar

el trabajo que dejé, porque estoy en el aire

Estoy haciendo algunos planes,

averiguando siempre hay

nuevas oportunidades y no puedo ser claro

Cuando la gente me pregunta qué hago con mi vida

Les digo que estoy en el aire.

Estoy escuchando de amigos es ese viejo

y cansador consejo otra vez

“No puedes seguir flotando por ahí

Debes volver a poner tus pies en la tierra”

Pero es difícil bajar cuando estás en el aire

Estoy hablando con mis pares,

escuchándolos contar

sus miedos más íntimos,

algunos tienen vidas

que resultaron no ser lo que planearon

Y algunos están en situaciones

que no pueden levantarse

No quiero lo mismo para mí,

así que me quedo en el aire.

(Up in the air, canción de la Soundtrack de la película homónima)

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