lunes, 10 de noviembre de 2014

Guatemala, México, España y mi necesidad de viajar.

Siempre se me acusó de no tener raíces. Siempre se me vio mal porque nunca me "asenté". Siempre. 

Para mí era una necesidad imperativa viajar, no importa dónde, no importa si sola o acompañada, hasta que un día pasó... fui quedándome quieta, por decirlo de alguna manera. Supongo que tenía que pasar en algún momento. 

Eso no significa que no siga soñando con viajar. Lo repito, viajar siempre fue una necesidad y ahora soñarlo es una forma de seguir siendo la que soy. La gran diferencia es que ahora pienso en viajar con Miguel, siempre con él. Tenemos casi año y medio de estar soñando con viajar a México, ahora el sueño se está concretando y poco a poco vamos avanzando en un plan estructurado, milimetrado y excel-iado por él, no sospecha el pobre que para mi hubiera sido más emocionante (en otros aspectos) solo agarrar mi maleta e irnos. Pero yo ya no soy la muchachita de veintitantios que se marchaba a Guatemala cada vez que podía (en una combinación honesta de vacaciones y dinero).

Reconozco que antes buscaba viajar para huir... del trabajo, de la familia, de los hombres que me pretendían amarrar, de la universidad, de los dolores... siempre huía. Ahora no. Ahora lo pienso, lo deseo y lo calculo como Miguel me enseña, porque ahora, a diferencia de hace doce años, si quiero regresar. 

Pero hay un algo... creo que es una mala maña, es mi naturaleza básica... es el amor que me retumba fuerte y claro y que me llama como tambores que presagian la batalla, como flauta encantada y yo no puedo resistirme. Anoche Norman me escribió. Lo que hizo este hijo tan mío fue poner por escrito lo que había estado pensando desde hace una semana. "Vamos a Guate". En dos patadas él organizó lo que necesitamos: coordinarnos con Mynor y sentarnos y platicar. Reencontrarnos. Contarnos todo lo sucedido en estos años de separación, a modo de evaluación, de hacer conciencia sobre las bondades de la vida y de la autorealización. No, ya no pensamos en ir a ahogarnos en toneles de alcohol o reventar la luna, ni nada de esas cosas tan típicas de la enajenación, no... ahora es "cocinemos juntos, platiquemos, viajemos 4 horas para vernos las caras". Fue tan hermoso leer lo que me escribió Norman, porque fue caer en la cuenta de que me lee la mente, me conoce y conoce a mi corazón. 

No sé si el viaje a Guate se concrete, hace falta tanto para que pase, pero solo el hecho de pensar en que tomaré un bus hacia allá y podré ver lo que ya mis ojos ha visto tantas veces, que podré cantar nuevamente las mismas canciones, daré los mismos abrazos a las personas que hemos forjado y que Mynor pueda conocer a Miguel y que este sea solo el preámbulo de otra manera de viajar me deja con el buen humor que me da la vagancia.

En abril nos vamos a México y este post es solo el inicio de una cuenta regresiva que incluye ir a reponer mi pasaporte que se quedó perdido cuando regresé de Chile, pasaporte que espero que me sirva para cuando vayamos a España en algunos años, porque mi necesidad de viajar podrá cambiar de modo, pero nunca morirá. 

Alisten las maletas. 

No hay comentarios: