miércoles, 22 de junio de 2016

De gente y gatitos

Tolstoi llegó hace dos años a mi vida y juntos nos fuimos a vivir a la residencia Guirola, de pronto ya no éramos nosotros dos, nos convertimos en "nosotros 7...".

Vivir en familia llegó a ser un reto y tuvo sus frutos, Tolstoi nos deshicimos de la soledad y del espanto en las noches de tormenta. Ellos, mis hijos y mi marido nos acogieron y hemos sido felices... hasta que algo sucedió.

Nonono, no se asusten, seguimos siendo felices mi gato y yo, pero resultó que al poco tiempo de habernos incrustado en la vida comunitaria aparecieron otros seres.

Ella se llama Nina, una de mis hijas la adoptó, es negra, delgada y parece una sombra con dos esmeraldas por ojos. Nina aparecía en el patio y tímidamente bajaba a comer y a beber agua. Eli, mi hija usaba de su dinero semanal para mantenerla alimentada. Al poco tiempo llegó Chelito. Si. Él se llama Chelito, no es blanco en su totalidad, como en el caso de Tolstoi, sus patas y pecho son de pelaje albo, otra parte de su cuerpo es tigriado. Delgado y algo pleitisto. 

Todos en casa veíamos ir y venir a Nina y a Chelito y nadie los asumía como propios, solo Eli; hasta que pasó lo que tenía que pasar: Nina entró en celo un día y escuchábamos los devaneos coitales forzados de muchos gatos y ella. Una mañana bajó al patio como era su costumbre pero traía una herida bárbara que le atravesaba toda la panza, una de sus tetillas estaba colgando y pensamos que moriría, vi a Eli demasiado triste y afligida, recordé que a Tolstoi le dejaron una crema cicatrizante cuando lo operaron para castrarlo, la busqué y se la di, honestamente no pensé que se salvaría. Pero no es lo que yo piense, sino lo que deciden los gatos. Nina se recuperó y luego nos dimos cuenta, estaba preñada. Nacieron, a los pocos meses 5 gatitos. 3 negros como pequeñas sombras, uno blanco con negro y uno tigriado, tan parecido a Tolstoi que daba dudas de su castración. 

Si lleva la cuenta, querido lector, y éramos 8 gatos y 6 humanos.

Tanto gato en una sola casa, Tolstoi se puso algo incómodo, a pesar de que el patio era la región encantada de Nina y sus bebés, de que Chelito se iba casi todo el día, Tolstoi sentía que la atención ya no solo era para él. Mal ahí. 

De pronto, Chelito enfermó. Estuvo con calentura y pensamos que moriría al tercer día de no ver que comiera o saliera a sus rondas matutinas, pasaba tirado en la cama de mis cipotas y nada... no tuvimos el hígado como para dejarlo así, las enviamos con el gato al veterinario. La comida que consumían lo estaba matando. Chelito y Nina pasaron a comer de la comida de Tolstoi, mientras los gatitos seguían amamantándose. 

Para hacer corto el cuento: teníamos que adoptar de manera formal y permanente a los dos gatos adultos y buscar hogares responsables para los bebés. Nos tardamos dos meses.

Ayer se fueron los últimos dos bebés. La predominancia humana regresó y ahora somos seis humanos versus tres gatos. 

Hablé con las chicas, las únicas condiciones para adoptar a Nina y Chelito son: castración, alimentación adecuada, no más comida barata de la tienda y (en lo personal, yo le cambiaría el nombre al pobre Chelito) responsabilizarse de volverlos caseros, es decir, que no se vayan a vagar y regresar todos agredidos, como le pasó a Chelito hace un par de días cuando regresó todo cachimbeado por otro gato. 

Tolstoi se ha ido acostumbrando a los nuevos miembros del clan, ayer lo vi jugando con Nina, Chelito aún sigue queriendo pelear con mi gato, pero ahí vamos, reacomodándonos, al fin y al cabo, de eso se trata la vida.

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