miércoles, 6 de mayo de 2015

Ver bien

Uso lentes desde los diez años. Recuerdo mis primeros lentes, elegidos a gusto de mi madre, eran de aro de carey cafecito claro y fotogrey... me sentía terriblemente ridícula. Por supuesto, a parte de mi necesidad oftalmológica, me sentía una ingrata si no los usaba. Tener lentes era un lujo en mi casa. 

Perdí mis primeros lentes y lloré, no por la posible cachimbeada... sino porque dejé de ver bien. Claro, esas cosas son trágicas en la infancia, una depende de los papás totalmente. 

Mi papá en su momento misericordioso del día determinó que debían hacer de nuevo el gasto para que mi cuasi ceguera no hiciera mella en mis calificaciones, nunca más volví a perder unos lentes... hasta hace tres años.

Perdí mis lentes cuando regresaba de Guatemala, luego de varios meses de vivir allá y me decidí a vivir de esa manera... hasta que hace dos años ya no soporté y fui de nuevo al oculista y aproveché una oferta de 2x1 y me compré dos pares de lentes. 

Los detalles son engorrosos, solo debo apuntar que los primeros lentes los perdí al salir del ISSS hace un año, cuando me dieron el alta luego de tener neumonía. Los otros los perdí hace tres semanas. 

Hoy fui a traer mis nuevos lentes. Son como me gustan, sencillos... aro amplio y negro ... oh, sorpresa... me aumentó la graduación, lo bueno es que ahora veo bien, o al menos mejor de como lo había estado haciendo hasta hoy.

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