jueves, 9 de julio de 2015

Con olor a mar...

Mi querido Alejandro:

Fuiste el último en llegar, el último del que me enteré de su existencia, el último en llegar a mi corazón dentro del Clan. Has sido un gran cierre, un broche de oro.

Debo decirte que el día que te conocí me hice muchas preguntas, demasiadas creo, pero igual, para mi eso es "natural", hacerme preguntas. Descubrí que tenes esa mirada curiosa y esa manera de sonreír como diciendo "cuando vos vas, yo ya vengo". Me encanta tu inmensa capacidad numérica, tu inteligencia sin pompones. La sencillez y practicidad son tus aliados.

Cientos de cipotes como vos pasaron por mi oficina durante mis tiempos de profesora, siempre he pensado que para combatir mis malos humores me viene bien observarlos y, te lo confieso, eso hago, te observo a vos y a tus hermanos, a tus hermanas y confirmo, como anoche al verte comer papitas fritas, que no ando tan errada en la vida al escogerlos a ustedes como depositarios de mi cariño. 

Hay muchas cosas por realizar Alejandro, juntos y por separado, estoy segura que todas serán buenas, vamos a barnizar una mesa, vamos a comer cosas ricas, vamos a conversar en inglés para que practiques tu gramática y a mi me ayudará a alejarme de la dramática escena de quedarme callada ante un idioma diferente al mío. Vas a hacerme preguntas, de esas que te encanta hacerme para probar si sé algo, para ponerme a prueba, como lo hace tu papá en algunas ocasiones y yo me reiré en mi interior al pensar que hasta esa técnica le heredaste, te contestaré y con un pequeño dejo de cariño te haré saber que no sé todo, pero si lo esencial. Te vas a enamorar de una muchacha guapa y te sentirás desamparado ante las emociones, ante las sensaciones y yo te daré el consejo que siempre me dio mi padre, "la decisión tomada, siempre es la correcta". Te daré algún remedio cuando enfermes y siempre recordaré que vienes, como dijo Roque, con olor a mar.

Hoy llegas a los 18 años, legalmente sos un ciudadano y la vida te sonríe y yo también.

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