sábado, 18 de septiembre de 2010

Ella lee...

Se sienta donde le pega la gana y empieza a leer la montaña de libros que se trajo desde su destino inicial en una maleta exclusiva, además... pasó por una biblioteca y agarró otros tantos que le parecieron necesarios e interesantes... de paso tiene una carpeta de libros digitales en su computadora... éstos son los que más le cuesta leer... porque extraña el olor, la sensación melancólica de pasar cada página al acabar de leer su contenido.

Pero.

A pesar de leer todo lo que le cae en las manos desde que aprendió a leer con aquel ingenioso método jesuítico de aprendizaje: a punta de logro-error, ella no sólo se leía el períodico de portada a contraportada en vez de andar en bicicleta a sus seis años... o de haber agarrado, tal cual paquín, el hermoso diccionario enciclopédico Larousse que su abuelo le regaló antes de morir y descubrió el alma de las palabras olvidadas como: nefasto, antropólogo, coleoptero o la muy feliz... algarabía... Era tanta su ansia de leer qeu un día a sus diez años encontró escritos clandestinos, los cuales fueron arrebatados de sus manos, justo en el momento en el que se preguntaba quién sería ese tal Roque Dalton y vio con tristeza profunda cómo fueron incineradas tantas historias de un tal pulgarcito.

Cuando se adentró en la juventud, descubrió que también podía leer otras cosas: cielos, cartas, miradas, emociones, sentimientos... personas...

Una noche, una maestra le dijo: "No es ético leer gente. No es bueno para uno tampoco" asi que desistió de andar leyendo mentes, porque era cierto... era cansado, le robaba energía y se enteraba de cosas que no debía haber sabido nunca.

Ahora ella... sentada en esta interminable mesa de madera...sigue leyendo libros, cielos, estrellas y cartas... a veces se acuerda de leer miradas, una en especial le gustaba mucho, pero ahora ya no puede... no es ético... y no es bueno para ella... pero nada... absolutamente nada de lo que en la actualidad lee, le borra de la mente, que más que leer su mente, le habría encantado que él lograra leer la suya.

2 comentarios:

Clau dijo...

Qué bonita descripción, me dio un aire con La Casa de los Espíritus, no sé por qué.

Leer es lindo, en el idioma que sea.

Yo tengo esa manía de leer gente, y detesto que no puedan leerme a mí.

KR dijo...

Es bien feo Clau, que no puedan leer lo que uno les da a las personas, tal vez son muy altas las expectativas, tales que nos hacen creer que nos verán de la misma manera en la que nosotras los vemos a ellos.

Mmmm... la casa de los espíritus, es de los pocos libros de la Allende que me gustan... creo que yo sería una especie de Clara.

Ando en búsqueda de otros conocimientos.