A eso de las 10 a.m. estábamos en el zoológico: Sebastián, mi papá, Gabriela y yo.
Recordaba el Zoológico mucho mas grande, claro está que tenía más de 18 años de no ir y a esas tiernas edades, todo se hace más grande.
El dolor y caminar con un bastón no son factores deseados para un paseo, pero ver a Sebastian maravillado con la nutria, que jugaba, nadaba y saltaba, peloteaba y dejaba escurrir su pequeño y sedoso cuerpo por toda su jaula... me hizo pensar que de alguna manera Sebastian se parece un poco a una nutria, jugeton, chiquito y lindo.
Chocamos con varios periodistas pues justo ese dia al Presidente saliente de Concultura se le ocurrió hacer una conferencia de prensa para contar que el zoológico ahora tiene un par de canguros y otros animales que no recuerdo.
Recordaba el zoo distinto, ahora lo que vi no me gustó mucho, quise que fuera una novedad para el niño, pero para la niña que vive en mi... solo fue una desilusión.
Bien feo que jueguen asi con los recuerdos de uno.
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