domingo, 3 de mayo de 2009

Mayo

Sé que ya van tres días del mes y que no había escrito sobre su apertura.

Si Marzo y Abril son de fino brillo solar y cancioncitas de levanta ánimo... Mayo es como caer en la realidad de la definición humana: todo termina.

Mayo me gusta, no crean... es fresco... empiezan a caer las primeras lluvias y el cielo toma tonos cenizos que van a corde a mi distemia. Y pues Mayo se torna místico y trascendente por la muerte.

Lo que me sucede a veces es que borro de la memoria los años, solo me quedo con la sensación del mes... y la sensación que me abarca los Mayos es por los sucesos acontecidos hace más o menos tres o cuatro años. ¿O serán más años atrás? Ya no recuerdo.

Estaba todavia estudiando mi segunda carrera cuando llegué por la noche y encontré a mi mamá llorando en la sala de la casa, al verla le pregunté qué le pasaba... levantó su rostro y me dijo: "Mataron a Federico".

Federico B. fuera de ser una persona importante en la sociedad salvadoreña, estaba vinculado a mi madre por la historia de crecer juntos. Mi familia materna tiene una vinculación emocional y laboral muy importante con la familia de este hombre. Desde mi tierna infancia lo vi y vi crecer a su familia, a sus hijos y cuando supe más allá de mí misma, me di cuenta que en varias ocasiones recibimos alimentos gracias a él. Hablé en mi adolescencia tres veces con él... me preguntaba qué tal me iba en mis clases, yo le decía que mas o menos... que iba... no mal, no excelente, que era una estudiante promedio... En esa ocasión me miró fijo y me dijo: "vos no sos una persona promedio, solo te falta disciplia, eres muy inteligente, no volvas a decir eso" Siempre me prometió un trabajo en la empresa que él dirigia... me ofrecía apoyo incondicional y que llegaría a altos puestos de gerencia. Cuando me gradué del Bachillerato, me consiguió una beca en la ESEN para estudiar economía, la cual rechacé. Mi tía Chave no me habló durante un año completo gracias a mi decisión y mi madre, aunque se desubicó y me gritó un par de veces... al final se resignó pues sabía que yo no era parte de ese mundo.

Fue un hombre de verdad, buen padre, le tocó luchar contra el cancer de su hijo menor, la muerte de su padre, el dr. Bloch... y ser apoyo incondicional, fiel y sincero de su madre y de su hermana soltera.

Todo eso lo recordé en el instante que mi mamá me dijo esa frase... "Mataron a Federico". Esa noche mi madre me pidió que la acompañara. Me vestí de negro cerrado y bajo la primera lluvia de ese año, nos fuimos a la casa de la mamá de Federico, la Niña Carmencita. Todos en esa casa estaban destrozados, mi tía (que es la ama de llaves de la casa) las hermanas de Federico y la Niña Carmencita. Los guaruras no dejaban entrar a nadie, vi desfilar a muchos personajes de la política derechista, doctores, escritores, empresarios, pero a muy pocos nos permitieron estar ahí. Nunca había visto tanto dolor en mi vida.

Los periódicos hicieron gala de injurias, de suposiciones y de chambre amarillo, la policia no hizo mucho, el sistema judicial volvió a fallar y las verdaderas razones de su asesinato nunca salieron a la luz. Pelear contra el dolor de una partida repentina es difícil y encontrar consuelo no es algo que se pueda hacer en estas circunstancias.

No habían pasado ni doce días de esta muerte cuando de nuevo la parca tocó a nuestra puerta otra vez. Ya ni recuerdo cómo me enteré, lo borré de mi memoria, lo que recuerdo es haber ido a su funeral. Era Roberto, mi primo.

Roberto trabajaba como motociclista en un laboratorio, lo mandaron a hacer una diligiencia y un carro impactó en su moto, voló por los aires como quince metros y murió en el instante.

Recuerdo a Roberto como el mejor de mis primos, sentía que me queria y cuando me quedaba en su casa... jugaba conmigo, me culumpiaba y me enseñó a subir a los árboles de mango para echarnos un almuerzo a pura fruta. Me parecía un niño como yo. Solo que él era como ocho o diez años mayor que yo. Cuando otros primos, es decir... sus hermanos peleaban a puño cerrado, él me alejaba y me contaba cuentos. Cuando tenía como doce años me enteré. Roberto no era hijo de mi tía Chave, solo era hijo de mi tío Roberto, esposo de ella. No sé si por eso me sentía tan bien con él... lo sentía más parte de mi familia que los que si tenían mi sangre.

El tiempo es inclemente y él creció antes que yo y pues... se enamoró, buscó un trabajo y se casó, en el momento de morir, su esposa esperaba un hijo.

Lloré mucho por Roberto.

Por último, en ese mismo mayo. El 26 específicamente, a eso de las 5:30 me encontré con Tambo, en realidad se llama Miguel, estudiaba psicología y ese día lo vi entusiasmado y me gritó: "Ya entendí a Jung"... pues unos dias antes habiamos estado conversando sobre el inconciente colectivo... me dijo que iba a una reunión con amigos y amigas... que fuera con él, pero yo tenía clases y no podía faltar. Fue la última vez que lo vi con vida.

A las siete de la noche él estaba en la parada de buses cercana a su casa, esperando a que sus amigos pasaran por él. Dos hombres lo asaltaron, le quitaron lo que llevaba y lo mataron.

Tambo fue mi alumno en el colegio. Era uno de mis favoritos, era necio, terco y super inteligente, desafiaba a las autoridades del colegio y era irreverente, pero era tierno y buen amigo, genial estudiante y con unos ojos bellos, le encantaban las canciones de Arjona y fumar... Lo encontré la primera vez en un pasillo, una tarde y le dije: "metete la camisa" pues siempre andaba derrengado... se me quedó viendo y rápido me obedeció...cuando terminó le dije que me ayudara a preparar unos materiales de lectura en la biblioteca, el estaba en octavo grado y tenía fama de perturbador del orden. Era de mis favoritos.

En la mañana del 27, llegué a mi oficina como todos los días... recuerdo que estaba conversando con Palo y con alguien mas... cuando llegó la Cande, compañera de Tambo en la U y profesora en el cole, solo entró y me miró... las lágrimas le corrieron y casi no pudo hablar, con un murmullo lo dijo: "Mataron a Tambo anoche".

No solo fue ese dolor. Tambo tenía el cabello largo, y como lo hacía de adolescente, iba en contra de muchas cosas, me parece que era consecuente a sus pensamientos, aunque esto significara no caerle bien a muchos. Ese día, cansada de llorar, fui a traer café a la sala de profesores, estaban ahí dos ortodoxos y puritanos... leyendo la noticia que apareció en el periódico. No sé si se dieron cuenta de mi presencia o no, pero dijeron algo que me causó asco y repulsión. Discutían las posibles razones de su muerte. Dijeron que era parte de una distribuidora de drogas, que con esa pinta no se esperaba menos.

Tambo trabajaba con el rector de la universidad, tenía una novia a la que amaba mucho, era hermano mayor de una niña de diez años a la que le compraba peluches de amontón, ibamos de campamento a Arcatao y escalabamos montes, cocinabamos y jugabamos UNO interminablemente, era amigo de mi ahijado Curbelo y nos encontrabamos cada noche donde esperabamos a que llegaran a traernos, a él su novia, a mí, mi padre. Lo conocí desde que era un niño y escuchar que sus propios profesores dijeran eso... me derrumbó.

Han habido muchas ocasiones en las que no he querido escuchar, esa mañana no queria escuchar nada, no queria sentir mas dolor, mas tristeza, mas desamparo. En menos de un mes murieron tres personas que estaban asentadas en un lugar en mi corazón. Siguen ahí aunque ya no los vea. Los recuerdo y los extraño y me hago preguntas, y reniego de la vida y de la muerte tambien, no culpo a nadie, no deseo venganza... pero si quiero pensar que la muerte no deja nada al azar y que de alguna manera ellos han recibido lo mucho que merecieron en vida.

Este mayo, como todos los que han pasado desde entonces los recuerdo y recuerdo el amor que les tuve, que les tengo y que he de compartir con los que aún me rodean.

Tres hombres, como tres de mayo, día de la cruz, que esta cruz de la violencia no siga marcándonos y que si es así... que deje marca de cambio y de lucha por la vida.

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