viernes, 18 de septiembre de 2009

El interior

Uno no se da cuenta de este tipo de cosas hasta que no recorre gran parte del país en el interior de un bus...y se dice en su casa: "ah! ella... no está, anda en el interior del país".

Definitivamente me encanta viajar, uno termina sintiéndose bien interiorista...(o intimista... ja!) junto al casi centenar de personas con las que comparte un bus interdepartamental.

Yo quiero ser intimista... o interiorista, para viajar en el país que es mi mente, no solo los tantos kilometros que me separan de mi casa hasta los rumbos mas inverosímiles que me plantea mi nuevo trabajo. Y leer, leer mucho a Eco, o a Galeando hasta que me interrumpa el llanto desesperado de un infante el cual siente que morirá apachurrado por la multitud en la lata de sardina.

Y quiero recorrer el asfalto y las polvasones, con tanto espejismo del infernal calor y que de repente... de la nada,  literalmente se pose una nube negra sobre mi cabeza y me deje caer una tempestad y un lluvia tan recta y pesada y tenga que vermelas de "a palitos" para que la cámara y la grabadora no se me mojen... "Dios santo... me mata la Ely o la gripe que me va a dar este cambio de clima intempestuoso"

Bien reconfortante es ver esas simpáticas flores amarillas y anaranjadas, tan silvestres ellas... tan despreocupadas, tan sutiles para ser arrancadas y ser insertadas detras de la oreja de mujeres incautas que andan por ahí... como yo.

Me doy cuenta que cuando al fin logro salir del bus, en un punto medio de ningún lugar... que viajar así no es tan terrible, hasta es casi entretenido... uno conoce gente... sobre todo yo... que tan difícil encuentro conocer gente... conocí a un anciano que andaba comprando abono, a un muchacho que dormitaba junto a mí, hasta que casi cae sobre mi hombro y el cual terminó despertándose al escuchar al niño ya antes mencionado y se levantó para darle su asiento a la señora madre del niño (niño adjunto) para que fuera mas cómoda y pudiera cesar el llanto (o el apachurramiento) lo más pronto posible... ah... si todavía existe amabilidad y cordialidad en esta vida... en especial del señor motorista.... y el señor controlador de buses...

Bien chivo que me dieran "ray" de regreso, no creo que mi ánimo tan lírico para esta aventura hubiera subsistido al viaje de regre... con otro centenar de desconocidos, en otro bus verde-viejo-ojalatoso-ruidoso, con otras dos horas de viaje.

Bien chivo... vea?

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