sábado, 5 de septiembre de 2009

Imaginación

Imaginemos que las cosas sencillas y descomplicadas nos invaden de repente y todo es paz y armonía. Imaginemos que la amistad es profunda y certera, conciente y concreta. Imaginemos que el amor de cada una de nuestras historias está arraigado desde el corazón hasta la piel. Imaginemos...

Un día yo estaba imaginando... ya ven que soy bien imaginativa... maña la mía. Pero ese día en específico estaba yo imaginandome la manera adecuada para romper una de las fronteras más sólidas que pude encontrar en mi tiempo de maestra-profesora-instructora-orientadora del colegio donde trabajé.

Él había aparecido de repente al lado de mi jefe... estaba seguro y orgulloso de su cariño, este niño con ínfulas de grandeza se sabía amado y protegido por el jesuita, y la verdad es que era cierto, pero su petulancia y arrogancia me daban en el hígado... y lo vi con cara de "ay-hijito-de-tu-mal-dormir-ya-vas-a-caer-en-mis-dominios". Él me regresó la mirada fatídica pero sin decir nada, no sé si no supe leer el mensaje, o simplemente no me estaba dando un mensaje específico.

Así inició una lucha por su cariño. A punta de buenos momentos aprendimos a querernos y Rodolfo, junto a sus amigos llegaron a ser catalogados como "mis hijos" hasta el día de hoy, siguen siendo mis hijos, reconocidos incluso como tales por mi propia familia.

Rodolfo es un ser imaginario. Lo sé, siempre lo supe. Un día hasta se lo dije. De repente aparece y luego se va... Anda por ahí... pulula y cuando al fin nos encontramos... ah... como lo disfruto. Es lindo, alto y muy inteligente, a veces habla pendexadas... pero hasta esas son buenas. Memorable para mí es el recuerdo de verlo entrar a mi habitación del hospital el día que me operaron por primera vez, llevaba en las manos unas flores mustias y un poco marchitas... fueron las mejores que he recibido en mi vida, él con su cariño torpe me dijo que me quería y que me apurara a recuperarme porque "fuerzas malignas" los acosaban a él y al resto de mis hijos en el colegio.

Rodolfo y sus hermanos, mis cachorros, mis confidentes y compañeros de chupa, los aleros del memorable viaje hasta Mynor... él... el lector, el intelectual, el ordenado, el obsesivo compulsivo... el amigo, el amante, el consecuente, el haragan, el disipado, el neurotico, el amable... el olvidadizo, el que ha aprendido a ser flexible en aras del amor, el comprometido, el ser imaginario que mas quiero. Feliz cumpleaños Fofo.

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