lunes, 30 de mayo de 2011

Cadáver Exquisito

Semanas atrás le propuse a tres personas si querían aventurarse a un nuevo ejercicio literario... contestaron que si, que si entraban... escogimos cada uno, una canción, en la cual teníamos que basarnos para escribir un relato corto de 300 palabras, los otros tres aportarían cada uno 50 palabras más introduciéndolas en el lugar que mejor le pareciera, al final tuvimos una baja y quedamos solo 3 personas. Hoy presentamos el producto final de varias semanas de trabajo y meditación (^_^). Así... Alexandra Vela, del blog Dulce Limón Partido me asigno la canción "Hiding my Heart " de Adele



Por tanto, presento mi texto, titulado "Lo Oculto", el texto en Negrita corresponde a la aportación de Mario Francia del Blog Quo Vadis? y el texto en Cursiva, a Alexandra.
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Lo Oculto


Aquella mañana rescató el periódico del interminable aguacero que amenazaba tal cual segundo diluvio universal. Su perro aún estaba echado en el rincón más tibio de la casa. Pero antes del alba resplandecieron las primeras luces, esas debeladoras de las efímeras brumas, anunciando lo que tiene la capacidad de amanecer.

 “Atila, vení” le pidió a su viejo compañero. El perro solo alzó su cabeza viendo su trayecto desde la puerta hasta la cocina. No quería levantarse, sus perrunos huesos ya estaban viejos. Ella esperaba a su perro para darle de comer, sin prisa sirvió el alimento en su plato y lo colocó en el lugar habitual. Procedió a preparar su café. “Amo el café” pensó en el momento de darle “on” a la cafetera, acercó un banco alto y se sentó a leer el periódico.

 Poco a poco leía las noticias, el olor del café cayendo al recipiente tinturaba oscuro el vidrio transparente, la lluvia se hacía persistente, pensó “tenía tanto tiempo de no tener una mañana como esta” y cerró los ojos unos segundos para disfrutar del sonido de las gotas golpeando el techo de manera rítmica, en ese momento apareció Atila en la cocina, apoyó su cabeza en sus piernas, la miraba con esos ojos que le decían “haceme cariñito”, que hiciera eso era como cosa de magia, pero magia que a ella le sucedía y que el perro mismo parecía provocar, ella acarició su pelaje inmensamente negro, luego que perdiera todos sus afectos, este perro fue el único que le quedaba. Era fiel y leal “más que algunos humanos” pensó inmediatamente.

El pip de la cafetera le indicó que su café estaba listo, se puso de pie, tomó su taza y la llenó. Dimensionó en ese momento su tranquilidad, hacía mucho tiempo era libre de miedos naturales, su perro llenaba su necesidad de dar amor, Atila le daba excusas para la ternura y poco a poco se instaló desde cachorro en su vida, eran compañeros desde aquella tarde en la que decidió que valía la pena vivir con el corazón oculto.  La última vez que se vieron fue en aquella estación de tren, ella le besó la frente y lo dejó partir, sabía que todo había terminado, era hora de volver al punto de partida, un espacio para estar sola y a la vez contar con una compañía leal… Nadie tan leal como Atila.



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