lunes, 25 de julio de 2011

Calurosa noche

invadida de zancudos, de malos pensamientos, de reportajes periodísticos que me tocan las entrañas, que me sacan de onda.

En noches calurosas como estas me gustaba estar acompañada, ahora estoy sola con mi botella de agua, con mis ganas de llorar, con mis ganas de reír, con mis ganas de ver películas una y otra vez, la misma película.

Pienso en la música que me rodea, veo fotografías, imagino cosas, termino cuentos, rescato otros perdidos. Todo se me hace confuso a las 2:02 a.m. nunca he sido ordenada mentalmente, culpo a cualquiera que me pida lógica a esta hora, no puedo. Soy ilógica a esta hora y a cualquier otra, porque lo que suele ser lógico para mi, no lo es para ninguna otra mujer de mi edad. No lo es. No lo es.

Nick Cave me canta susurrado, mientras deslizo las manos untadas de crema sobre mi piel, el calor ha sido insoportable, me ducho por tercera vez en esta noche, tomo agua, pienso en vos y en las veces que nos duchamos juntos o cuando me cubrías de crema apepinada... y resulta que lo único que extraño es el aroma verde y sin embargo no me atrevo a comprar una crema igual. No. ahora uso una carente de aroma. Supongo que no vale la pena ponerle un aroma a esta época.

Mi historia no tiene nada de extraordinario, soy como miles de mujeres más: soltera, abandonada por un novio al que se quería mucho, luego... viajar, meditar, resignarse, luego indignarse, enojarse ("dos costos tenes"), después que empiece a resbalar, como la crema de pepinos, porque al final se es consciente que se estaba tomando un rumbo que nunca preví... y qué feo es terminar siendo quien se evitaba ser a toda costa. Una idiota.

Por eso mi historia es como cualquier otra... soy amiga, hija, tía, hermana... me gusta el café, el arte y la música... amo los libros, los perros y las estrellas... tengo 33 años, mal genio y creatividad para la bayuncada... espero, consumo y destrozo... soy como cualquier mujer de 33 años, sin hijos, sin marido, sin casa, ni raíces... sin nadie a quien amar, con esta fuerza inherente de los treintipico... con la locura tan mía y tan universal.

Dan las 2:13 a.m. y recuerdo el consejo sabio de mi madre : "no te desveles que te vas a hacer viejita bien luego" y concluyo que soy vieja desde los seis años. Miro a mi alrededor y decido poner orden en mis lapiceros, todos vagan en el amplio universo de mi mochila trotamundos y quiero declarar que ese orden de mis lapiceros, también suplirá la necesidad de orden en otras áreas de mi vida, aunque usted y yo, querido lector, ya sabemos que no es así. Porque todos lo saben, si no tuviera esta manera caótica de ver, de sentir y de vivir, yo no sería yo. Sería otra.

Siempre he odiado los domingos, al calor y a los malos recuerdos.

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