sábado, 9 de julio de 2011

Muerte de nuevo

Sé que la muerte es tan humana, es la limitación de cada persona, es la forma de ser recordado, de trascender.

Esta mañana me desayunaba dos pupusas de frijol con queso en Ciudad Arce cuando me notificaron el hecho: mataron a Facundo Cabral, no... él no ha muerto, lo han matado.

Fue como un reguero de pólvora... estaba terminando de tragar el pedacito de pupusas y la noticia, cuando me cayó un mensaje de ER, me lo dijo tan triste, tan tristemente... que supe que es mentira eso de su ausencia de emociones. No habían pasado cinco minutos cuando tres mensajes más me lo decía, pero no me lo decían con afán periodístico, sino como cuando a uno se le muere un tío, o un pariente o una mascota de años... con ese dolor de pensar que ellos siempre estarían ahí y de repente... segundos después, ya no existir.

Yo creo que uno no muere con cada una de estas noticias, sino que deja de existir un poco más, uno no tiene menos vida, sino más muerte. Nada menos horas antes había estado pensando que ya van varios estudiantes asesinados esta semana, sin contar los no contados. Pero hoy, hoy él ya no está. Cuando siempre estuvo, cuando a los 4 años mi madre cantaba sus canciones, cuando mi padre me grababa un cassette de 60 minutos con sus mejores sones. Cuando me sentaba siendo una adolescente rebelde, como lo hago hoy, a escribir escuchando mi canción favorita de él, porque sentía que esta canción soy tan yo, recoge en breves estrofas lo que me hace llorar, lo que me hace reir, lo que me llena de expectativa... y yo quiero ser el sol, Alicia y las palomas, deseo ser hoy saltar paredes y abrir ventanas... porque me puedo tomar el vino del mundo y los colores de las flores y los conejos y el mar mojándome los pies.

Yo soy como él dice, como se sintió, como me siento, soy la María viendo con él las estrellas en el trigal... y no me avergüenza decirlo, he llorado su partida, pero sigo cantando sus versos, recitando sus canciones, sonando en mi alma su alma.

Adiós Facundo, mi cactus...homónimo tuyo, además de toda tu obra, me hará recordarte siempre.




Yo no soy de aquí, ni soy de allá,
no tengo edad ni porvenir
y ser feliz es mi color de identidad

Me gusta estar tirado siempre en la arena
o en bicicleta perseguir a Manuela
o todo el tiempo para ver las estrellas
con la María en el trigal.

1 comentario:

iba pasando dijo...

...cuando un inteligente muere... si sufro....snif...