lunes, 15 de abril de 2013

Carlos Cañas y el color que nunca logramos poseer

En 1996, cuando yo era una cría impetuosa y arrogante (más de lo que soy ahora) un buen profesor que tuve nos mandó al Patronato Pro Patrimonio Cultural a ver la colección de arte que inició hace más de 50 años una señora que se llamó Julia Díaz, fue entonces cuando vi por primera vez un cuadro de Carlos Cañas. Quedé maravillada. 

Fue amor a primera vista, el cuadro titulado "Mango y Mandarina" fue solo el inicio de una larga relación que este día terminó. Así es, terminó hoy porque esta madrugada me he enterado que murió el maestro Carlos Cañas. Nunca más nos sorprenderá con una pintura, con un dibujo, con sus colores fuera de orden. 

Dirán algunos que soy una exagerada, que no es para tanto y aunque la muerte de las personas es una cuestión natural y lógica no deja de conmocionarme, quizá de manera estúpida, que los artistas mueran, es como si un poco de nuestra identidad cesara de existir, es como si un poco del color que la vida posee se volviera opaco y lechoso. 

En el 2007, mientras trabajaba en el Museo Forma tuve la grata experiencia de conocer al maestro, fui a su casa y vi su estudio, era un caos hermoso de paletas, pinceles e ideas en papel, era ya un anciano y el tiempo y la fama le habían afinado la arrogancia, el orgullo y la humildad no era su compañera, a mi me trató bien, me recibió un par de veces y yo parecía niña en juguetería viendo sus cuadros, sus bocetos y sus ideas. Es de las pocas cosas que le agradezco a ese tiempo en el museo. Siempre que podía iba a la sala No. 2 donde reposaba sobre una pared blanca el primer cuadro suyo que vi y que fue el culpable de mi amor platónico. 

Ayer, 14 de abril, fuimos con Miguel al MARTE, vi sus cuadros, aprecié su trazo, me volví a maravillar con sus colores, "El Sumpul"  y "Perros" me recordaron que todo salvadoreño debería de ir a ver su obra, no solo conocerlo a él sino a todos los que se agarraron los pantalones y se dedicaron enteramente a ejercer el arte y la cultura en este país que es poco menos que una sentencia a la pobreza y a la muerte sin reconocimientos. 

Ayer, 14 de abril, a las 10 p.m. Carlos Cañas murió. Ante las noticias de un Maduro ganador en Venezuela, el recordatorio de los 33 años sin Sartre y tantas y tantas noticias más, la primera, la principal, la más arrolladora, es esa. Carlos Cañas ha muerto.

Gracias Carlos, muchos no habrán entendido tu carácter, como a tus cuadros; no hacía falta. Porque a vos solo se te podía admirar u odiar. A mí solo me queda, cada cierto tiempo, ver de nuevo tus cuadros, maravillarme de tu fresco del Teatro Nacional, recordarte en cada línea, en cada color, en cada sufrimiento de nuestro pueblo.

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