miércoles, 30 de abril de 2014

"... yo soy aquel..."

Bueno... "aquella".

Vos también sos "aquella", la que me chineaba en la noche, en un mínimo cuarto de mesón donde vivimos cuando yo era una bebita y vos una veinteañera, escuchando-cantando esta vieja canción de Raphael.

Nos faltaban, en aquel 1977, muchas cosas por vivir juntas... y separadas también.

La vida ha sido interesante siendo tu hija, tal vez nunca te lo he dicho, pero es cierto. También es cierto que me sacas de mis casillas con tus reproches y chantajes emocionales, eso si ya te lo he dicho y nunca soporté tu manía por la limpieza y orden de la casa, con la que me torturaste parte de mi infancia y adolescencia... pero también sabes que todos tenemos algo que detestamos de nuestros padres en la adolescencia; ahora que vivo sola no me ahogo en desorden y suciedad gracias a vos. Supongo que fue tu método de educación el que me ha marcado.

 Ahora que estoy leyendo sobre "branding personal" supongo que yo soy como tu primer spot, soy tu marca personal, te he descubierto en gestos orgullosos por mis logros, pero también tengo presente tus reproches por mis "bajas ventas". Me enseñaste a ser autocrítica, a veces demasiado, cuando era una cipota y decían que yo era la que más se parece a vos, me molestaba... primero por aquella legendaria manía de buscar independencia, pero también porque pensaba que nunca iba a ser perfecta como te veía. Tus estándares de calidad son muy altos y yo siempre he sido muy consciente de mis defectos, manías y carencias. He sido feliz.

Crecí y vi que la perfección es una cosa que jamás alcanzaremos... y aunque nos parezcamos en algunas cosas... jamás seremos las mismas.

Haciendo un recuento minucioso y realista de todo lo que me has enseñado, llego a la conclusión que has sido contradictoria en mi educación... por un lado me enseñaste a siempre pensar que las cosas mejorarán cuando van mal, pero no te quedaste ahí... me enseñaste también a trabajar para que eso suceda. "A Dios rogando y con el mazo dando"... no le ruego a Dios, sé perfectamente que eso te molesta, te incomoda y hasta te afecta... solo le doy al mazo... no importa. No te aflijas, parte de tu fe está en mi. Es tanto así que, hace unas noches, me sorprendí rezando solo porque no quiero que olvides, porque no quiero que me olvides.

Porque tuviste el buen tino de una noche, en medio de mi enfermiza infancia, de cantarme... "Estoy aquí para quererte... estoy aquí para decirte que como yo, nadie te amó", porque justo así logramos amar a los que tenemos al rededor.

Feliz cumpleaños mamá.






No hay comentarios: