jueves, 23 de enero de 2014

Carta para ser madre de alguien.

Siempre apareces en enero. No sé por qué... a lo mejor era el mes en el que estabas destinado a nacer y nunca llegaste. Posiblemente sea también que en este mes me da por andar pensando en iniciar siempre... como nos sucede a todos los seres humanos. Como ya sabes siempre apareces en el mismo sueño.

Otra de las grandes explicaciones de por qué cada enero apareces para recordarme que no soy madre de nadie es porque al final existe la gran duda de si hubiera hecho un buen trabajo contigo a mi cargo. Añadile aquella explicación muy trillada del sentimiento de pertenencia y las enormes carencias que hasta estas alturas no logro resolver. No le pertenezco a nadie, excepto a vos dos veces al año.

Lamento que no sea más a menudo, ya es suficiente que mi sentimiento materno-retrasado aparezca dos veces al año y que te desee profundamente. Me pregunto qué edad tendrías. Posiblemente ya estuvieras cerca de la adolescencia y yo ya me habría escapado a volver loca con alguna travesura, con alguna emergencia médica o simplemente ya me habría peleado con alguna otra mamá al ver que te molestan en el kinder. Menos mal que no naciste, no te imaginas de la madre de la que te salvaste.

Obvio que nos perdimos.

Nos perdimos de muchas cosas: de que te cocinara cada día, incluso en aquellos en los que ni siquiera yo quiero alimentarme, de mis experimentos con mermeladas, curtidos y otros menesteres. Nos perdimos de ver amaneceres juntos, de ver televisión hasta por los codos a pesar de que, ya sabes, no me gusta ver tele. Nos perdimos de un par de mascotas, de la compañía de tus tías, de Sebastian (quien sigue preguntándome por qué no tiene primos como el resto de niños en el colegio). Nos perdimos de tardes enteras tirados en el piso de la casa, pintando o de las eternas bromas cuando aprendieras a hablar y no pronunciaras bien las palabras.

Pero más que perdernos, vos te salvaste.

Te salvaste de oírme cantar a las dos de la mañana mientras transcribo entrevistas, de mi eterna aflicción cada vez que tiembla; te salvaste de verme llorar sin saber qué hacer con un ratón muerto en la trampa, te salvaste de verme noches enteras escribiendo como si no tuviera que ir a trabar a la mañana siguiente, de mi histeria por la buena ortografía y de cosas mínimas y sin valor como el hecho de que detesto planchar. Te salvaste de que amara tanto.

Lastimosamente yo sigo un poco perdida. Sigo un poco perdida sin vos.

No le pertenezco a nadie. A veces creo que he encontrado un par de personas que me acompañan a diario, pero no, no les pertenezco... quisiera pero no.

A decir verdad es un poco triste. Te lo confieso. Ellos ya tienen o llegarán a tener versiones tuyas, Miguel tiene cuatro y seguramente tu tía Gaby tendrá un par en un futuro. En cambio yo nunca te tendré. Tu tiempo pasó, tu tiempo de llegar caducó hace mucho tiempo, justo cuando no conocía al único hombre que me habría atrevido asignarte como padre. Ahora ya no es tiempo. No sé si alguna vez en la vida lograré sentir que le pertenezca a alguien.

Vos seguirás dentro de mis sueños, apareciendo dos veces por año, siempre una en enero. Siempre con la misma imagen... mal vestido, medio adormitado mientras yo te preparo la lonchera para que te vayas al colegio... diciéndome... "Mamá, no quiero ir, dejame que me quede durmiendo" y yo contestándote... "¡Cómo vas a creer! Tenes que ir porque hay miles de cosas que te esperan para que vos las aprendas..."

Vos seguirás ahí y yo acá.

Pero tenemos que estar felices, nos ahorramos mucho... por supuesto, esta es mi voz racional que quiere combatir este llanto por no tenerte, por no tenerte para regañarte por llegar tarde, por que salis mal en las notas o porque simplemente alguno de tus amigos no me simpatiza.

Nunca te puse un nombre. No quería encariñarme con alguien que nunca llegaría, aún así no sirvió. Igual te agarré cariño desde la primera vez que te soñé hace más de doce años atrás. Eso ya no importa. No te puse un nombre, pero si tenes una canción. Eso es importante.


Te dejo, debo seguir transcribiendo. Nos vemos en unos meses, cuando volvamos a pertenecernos uno al otro en un sueño.

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