miércoles, 15 de enero de 2014

Vulnerabilidad

El sábado en la noche platiqué con una amiga, sabe ella que la amo. Compartimos desde hace un par de años una amistad bastante peculiar, no es que nos veamos todos los días, pero lo que vamos viviendo lo compartimos de una u otra forma.

Esa noche platicamos de casi todo... la familia, los amores y nosotras mismas, de las alegrías, de las tristezas (presentes y pasadas) de los planes a futuro. En medio de todo lo que nos acontece caímos en la cuenta de algo bien importante: la vulnerabilidad que poseemos.

Podrán ustedes atribuirnos dicha vulnerabilidad a lo que quieran: cambios hormonales, que la luna está llena, que a veces no sabemos cómo enfrentar ciertos problemas, a necesidad de atención de nuestras parejas, de autogestión de los sentimientos... lo que sea. El punto es que somos vulnerables.

No solo ella o yo. Todos, solo que no todos lo demuestran.

Me quedé pensando en cómo vivo mi vulnerabilidad, a veces es un poco difícil. Desde pequeña se me enseñó que llorar no soluciona nada y que debía ser fuerte... por no decir un poco dura... pues debía cuidar a mis hermanas. Durante años no demostré a nadie mis puntos débiles. Me daba miedo que los demás vieran mis miedos o tristezas, o cuando alguien me gustaba.

Luego caí en la cuenta. Siempre me ha ayudado escribir, es así cómo canalizo mi vulnerabilidad.

No es desagradecimiento con la vida, muchas cosas buenas me pasan... tengo un nuevo trabajo, me siento querida y valorada por Miguel, al fin la relación con mi mamá va mejorando y todo parece marchar bien, mi salud es mucho mejor... pero hay algo que esta noche me tiene triste. Pero no es de esas tristezas enormes y que te comen. No, es una tristeza pequeñita, como una pequeña gripecita emocional, como una gana de estar en mi cama, acostada y sentir un abrazo.

Es una tristecita con canción lenta, a guitarra, con voz de mujer... es mi vulnerabilidad ante un dolor de vientre, ante un futuro que espero, ante una brisa sin la compañía de Miguel.

Soy feliz con mi vulnerabilidad, me hace humana, me prepara para el error, pero también para la rectificación, me hace fuerte y me hace comprensiva con otros... me hace solidaria, me hace soñar con planes a corto plazo.


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