martes, 23 de junio de 2009

Manuel me ha pedido un par de líneas

en el Facebook, solo aparecemos como conectados, con el respectivo puntito verde que indica nuestra existencia al otro lado del monitor.

A él pasé mucho tiempo encontrándomelo en las exposiciones y otros menesteres culturales, al inicio nos saludabamos bien diplomáticamente, gracias a mi mala costumbre antisocial, hasta que un día intercambiamos más palabras que un "hola".

Siempre anda sonriente, siempre hiriente también, siempre con Oscar, siempre lindo (entiéndase limpito, bien peinadito, planchadito y perfumadito). Siempre me ha caído bien.

Esta mañana me pidió dos líneas y he pasado todo el resto del tiempo hasta ahora pensando en las dos líneas que necesita mi amigo, entre proyecciones por países, credenciales de la revista y otros menesteres como Valoarte y Somarts no me dejan en paz las neuronas, pero sin embargo, me detengo a ver la foto que me regaló para la oficina, está ahí pegada a la pared, logro ver el sol ocultándose entre las montañas y unas bellas nubes que me dan el descanso que no puedo tener ahora.

Y las dos líneas que se me ocurre escribirle son: Gracias por darme esta ventana "postiza", que logra sacarme de mis opresiones y de mis ofusgaciones laborales, sabes que te quiero mucho, como amigo, como artista y como especimen esparcidor de sonrisas.

He dicho.

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