miércoles, 23 de junio de 2010

Confieso que me gusta el arte Naif...

Es cierto, solo que antes de trabajar en el museo, no sabía que el arte Naif se llama Naif... Me guta.

Es que es como inocente, como candoroso y modosito... me evoca la infancia y los algodones de azúcar, esas mañanas de cielos bien despejados y celestosos frondorosos.

El recuerdo más tierno (y la ternura aquí si se le permite redudar) de este arte, es cuando mi papá me regaló una edición de los Cuentos de Cipotes de Salarrué (ahora sé que el arte Naif no solo se suscribe a lo gráfico, para mi, esos cuentos son bien naif... Naif literario) que contenía ilustraciones de Maya y de Zelié Lardé, hija y esposa del mismo Salarrué. Bien bonitas aquellas coloridas ilustraciones de niños y niñas morenitos, con vestimentas coloridas e inocencia que chorriaba por las orillas de aquellas páginas.

Todavía guardo un dibujo que una vez Emilia me hizo, estabamos en noveno grado... y creo que ella no lo sabe, pero podríamos calificar ese sencillo y gráfico regalo como una obra de arte Naif. Como me gustó mucho desde entonces, a pues ahí ha andado el dibujito siguiéndome por todos mis rumbos y mudanzas.

Ahora encontré este blog... por pura curiosidad le di clic donde dice "Siguiente blog" y apareció... se llam "Arte sano Naif"... bien lindo, bonito y prometedor... inocente y alentador luego de un par de días de desesperanza. Se los dejo aquí... véanlo... yo le voy a estar llevando la pista.

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