lunes, 21 de junio de 2010

Un año y medio

tenía Yessenia, anoche murió calcinada junto a su madre en una coaster de la ruta 47 de Mejicanos, acá en mi país. Fue la víctima más pequeña y que menos tenía que ver con la locura de estos últimos tiempos.

La mera verdad, esta noticia apareción en ayunas, pero durante todo el día quise hacerme la loca, ignorar el hecho... pero no pude.

Viví la mayor parte de mi vida en Mejicanos, gran parte de mi familia por parte de mi papá aún viven ahí. Mis primos viven a dos cuadras de la escena del crimen, mi tía Reina, vive a una cuadra y por suerte y porque le dio hambre y se bajó una parada antes para comprar pupusa, se salvó de morir en el hecho. Amigos muy queridos viven en ese municipio.

Mi mamá dice que el diablo anda suelto y que hay que rezar. Yo no soy muy rezadora que digamos y este tipo de acontecimientos me deja con menos ganas de pensar en la espiritualidad, porque simplemente se pelea mi humanidad contra otras humanidades.

Se me erizó la piel al percatarme que estoy de acuerdo (por primera vez en mi vida) con la idea de la Pena de Muerte.

Para mientras, nunca más podré transitar por esas calles sin pensar en los inmensos gritos de la gente quemándose mientras eran detenidos a balazo limpio por sus homicidas. Nunca más podré caminar por aquellas calles de mi infancia.

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