viernes, 11 de junio de 2010

Lo lógico

Lo que para mi suena lógico, no lo es para mi señora madre. Casi siempre ha sido así… desde aquel tiempo en el que aprendiendo los colores me explicaba que el arcoiris no tenía todos los colores del mundo, sino que solamente contaba con 7… el número perfecto. Yo le neceaba que el arcoiris era un rotundo incompleto y que me gustaban más los colores que no estaban ahí: el negro, el rojo y el azul “noche”.

Los colores siempre han sido muy amigos de la niña Marthita… se llevan bien con ella y se le ven bien… en mi naturaleza algo parca y soslayada prefiero los rangos cromáticos oscuros… nunca lilas, rosados, celestes, azules marinos o aquas, anaranjandos y ni pensar los amarillos.

¿A qué viene el asunto?

Bueno… al maquillaje… a decir verdad a todo el asunto de la apariencia. A veces ser hija de una coqueta profesional no es tan bueno que digamos… dependiendo del estado de ánimo me deja ir pedradas fuertes o pequeñas piedritas de piedad.

Por ejemplo ahora… llegué a traerla a su trabajo, como siempre andaba sin maquillaje y el cabello recogido en una alta cola de macho. (¿Alguien sabe por qué razón les llaman así a las colas de macho?). Me miró con una gran ternura, que hace ratos no le veía conmigo, suspiró y me preguntó: “¿no andas un poquito de maquillaje para que te arregles un poco la cara?”. Como me lo dijo con una suavidad que me desarmó en el instante le dije que si… siempre ando mi polvera y algún lápiz de ojos, que me arreglaría mientras esperaba a que ella saliera.

Mientras me polveaba la nariz recordé a Andy Sacks, de “Devil wears Prada” y de mis mounstruosos días de trabajo en el Museo, cuando me tocó aprender a andar elegantemente en tacones altísimos sin caerme y sin perder el equilibrio mientras coordinaba a una tropa de hombres cargando obras de arte y de correr junto a las niñas para que todo evento realizado quedara impecable mientras disimulaba que estaba cansadísima, agotada y sudando, además de lograr que no se me corriera el maquillaje.

Recordé, mientras delineaba mi párpado derecho que mis vestidos casi todos son negros, no tengo vestimentas coloricas… creo que lo más colorico que existe en mi closet es una blusa floreada en tonos rosas (si… lo sé… fue un asalto de estrógeno esa compra, porque si… yo la compré, no me la regalaron como hubiera sido lógico) junto a una blusa color amarillo pollito que la misma niña Marthita me regaló hace un año… como es lógico.

Como es lógico…. mi madre logra ver cosas que yo paso desapercibidas, detalles que para mi son ínfimos e insignificantes, pero que… luego que ella los menciona… termino dándole la razón.

¿A qué viene la presente discertación?

Bueno, resulta que desde ayer la niña Marthita me ha andado diciendo las cosas bien “dulcita” y creo que me calan mejor las cosas. Tiene razón, los colores se me ven bien también a mí.

2 comentarios:

Clau dijo...

La cola de macho es en alusión a los caballos. Al caballo le dicen macho y la cola se parece a la de ellos.

Claro, eso es con pelo liso.

La mía más bien es de ardilla =)

KR dijo...

Gracias Clau, por despejarme la duda existencial...

En mi caso ya va queriendo a cola de Macho Caballo... ya tengo el cabello bien largo, luego de un par de años de tenerlo corto... lo que no mucho me agrada es que es DEMASIADO liso y a veces no agarra puesto y me ataca el muy condenado...

Saludos