En épocas como estas, que llegan cada cuatro años, mi señor padre siempre había deseado un hijo varón que compartira su locura por el fútbol… o al menos que una de nosotras le hiciéramos barra para ver los partidos.
En ediciones anteriores al Mundial hicimos un esfuerzo por llevar el hilo del certámen futbolístico y tener argumentos a la hora de la “plática del fútbol”.
Recuerdo que para un mundial, no recuerdo de qué año, pero para entonces era una adolescente, mi mamá le adelantó el regalo del día del Padre a mi padre y el día de la inauguración llevaron a casa un hermoso sillón reclinable del cual no se levantó durante casi un mes el señor Rauda, ya que había programado sus vacaciones anuales del banco para esa ocasión… haciendo un esfuerzo memoristico creo que se trató del Mundial celebrado en Estados Unidos. Mi mamá decía, luego de verlo horas y horas viendo partidos, que si mi papá moría en esos días, su espíritu regresaría del más allá a penar en el sillón reclinable.
Mi padre nunca había tenido aleros FERVIENTES como él para ver el mundial… HASTA AHORA!
Ahí estaban los tres esta mañana, frente al televisor, viendo el partido inaugural: Mi papá, Sebastian y Walter.
No hay comentarios:
Publicar un comentario