Tiene 14 años, desde hace meses me acompaña caminando por las laderas polvosas de Arce, es linda, morena, chiquitita, sus cabellos siempre ordenados, siempre lista, siempre audaz. Nunca tímida, hasta que le habla un chico...
Tontita se vuelve, no entiendo... es una lideresa de su comunidad, una niña astuta en la escuela, una defensora de sus hermanitos... ayer la encontré llorando. Lloraba calladita... en un rincón de la casa comunal, viendo hacia afuera, como si estuviese esperando una respuesta o un consuelo o a caso una canción... no sé, tal vez un pájaro, un verso o la lluvia que nos acechaba. No sé que esperaba Cecilia. Ese es su nombre... Cecilia.
Tanto especulé sobre sus lágrimas, acaso habrá sacado malas notas, o se pelió con su hermana, a lo mejor su mamá la regañó o su papá habrá agarrado zumba de nuevo... ¿Qué le pasará a Cecilia? me preguntaba yo.
La reunión con los chicos duró menos, quería ver qué tal seguía ella, se había quedado a la orilla de los rieles del tren, en aquella banca roja donde nos esperamos cada miércoles, cada sábado... pero ahora sola, ninguno de sus amigos estaba con ella, como si su tristeza fuera una infección contagiosa, nadie quería acercarse... todos estaban distantes, todos tenían miedo, se les notaba... yo no sabía nada. Fui donde ella estaba. Creí que la encontraría más serena, no fue así. Era como si le acabaran de decir que la vida acababa. Me senté a su lado. Vi el río que formaban sus lágrimas. Me conmoví.
Cecilia está enamorada, pero no es esa su tragedia, es solo el detonante de un recuerdo que la marcó a los seis años, cuando un primo suyo la violó. "Me dijo que soy una puta si no soy virgen ¿Cómo me dice eso alguien que dice que me ama?" me preguntó. Yo que soy un desastre en las relaciones interpersonales y que puedo decir que solo he tenido un novio como tal, me le quedé viendo. "Si te han hecho sentir que tuviste la culpa de lo que sucedió con tu primo.... eso no es cierto" le dije. Sus enormes ojos color café me veían fijos, como si buscaran una especie de redención en lo que pudiera decirle. Yo tenía miedo de decirle cualquier cosa. Porque sé lo que se siente la culpabilidad, porque sé lo que significa que otro se entere de esos secretos, porque sé lo que significa sentirse sola y no tener a quién contarle estas cosas sin sentirse juzgada. Porque sé lo que significa una violación. No me enojo ahora con el tema, ya no demando la justicia como antes lo hacía, creo que estoy en paz, pero al ver a esta niña llorando me doy cuenta que comparto su tristeza y su dolor, pero también comparto con ella la esperanza de una vida mejor.
Cecilia: mi querida niña, vos tenes todo el derecho de enamorarte, de equivocarte, de fantasear y de ponerte seria, de estudiar y de tener sueños, de perseguirlos y construirlos, de buscar a la persona adecuada que te ame y que te respete, tenés derecho a encontrar tu verdad y también a reivindicar tu dignidad y que los hombres que lleguen a tu vida no pongan en tu virgindad ese concepto, porque vos sos digna, porque vos sos linda, porque no importan los moretes o abolladuras en tus recuerdos, todo eso ya pasó. Vos sos valiente, vivís en medio de la desesperanza y la violencia y a pesar de eso no has entregado tu espíritu aunque otro ya te arrebató una porción de tu ser físico, eso no importa, lo que importa es que tu espíritu está intacto, que sos inocente y cálida, sos la mujer de 14 años más valiente que he conocido y no estás sola.
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