martes, 16 de agosto de 2011

Soy una suiry sentimental...

Anoche analizábamos con @dulc3limon que a lo mejor se deba a una descarga degenerada de estrógeno (malditas hormonas!) ¬¬ pero no, debo admitirlo, fuera de mi facha zamarra, soy una cursi.

Por ejemplo, tengo fotos de los cipotes colgadas al rededor del monitor de la compu, además de un par de flores de papel que le ponen color a mis días grises de oficina y Farabundo, mi mini cactus reina ostentoso con su mini florcita rojita sobre mi escritorio, como recordándome, "no importa lo árido del tiempo, hay cosas bellas"

Me pasa que a veces, cuando estoy escribiendo de presupuestos, fuentes de verificación, evaluaciones y términos de referencia, viene a mi recuerdo los rostros de los chicos, sus locuras, sus chistes, sus esperanzas, todo lo que hemos caminado juntos y juntas, las alegrías (que son muchas) y las tristezas (que también son muchas, pero que pesan menos luego de "un bajón"), sus miedos, su valentía... viene a mi mente todas sus palabras, las veces que me dejan extasiada de orgullo o las veces que tientan a mi mal humor titánico y que resuelven diciéndome "pero no se enoje KR" y yo me guardo la furia, porque al final no son ellos y ellas quienes tienen la culpa de sus pocas oportunidades laborales, académicas y humanas.

Mucho me costó "encontrarles lado", se los comenté... me sentía un poco asustada. Ahora no. Y al final no es un tema, o una actividad lo que les entusiasma, no son el Facebook, o el Twitter o el deporte o el trabajar con barro o una charla o escuchar música o ver películas, ni los paseos ni los chapusones, no, no es todo eso... es sentirse parte de algo, sentirse valorado y valorada en sus propias capacidades... Yo no sé al final (y ojalá que el financiador nunca lea esto) si es esa forma de ser lo que en realidad ha bajado los índices de violencia o lo que pudo vencer el miedo a hablar en público o lo que animo a todos a formar un equipo multidisciplinar donde unos cortan, otros dibujan, otros pintan. No sé qué lo hizo. Ni quién fue. La verdad no me importa. Lo que me importa es que ahora, mientras escribo esto, escucho esta canción y pienso en sus rostros.

Como todo buen amor, pronto terminará y no sé si nos renovaremos el contrato de afecto por unos meses más o ellos y ellas pasaran a otras manos, pero lo importante es que tanto ellos como yo estamos listos para seguir soñando y construyendo, estando seguros y seguras que ha valido la pena.




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