domingo, 7 de agosto de 2011

Vecinos

Tengo un vecino, es un anciano, hasta hace poco se percató que vivo justo a su lado. Creo que se sorprendió de verme pasar llave en mano y bolsas del super en la otra...

Hoy salí a la tienda a comprar alguna cosilla olvidada en la lista del super... al verme pasar, él desde su ortopédica mecedora me saluda, achina sus ojos en una sonrisa, quizá le llama la atención la ausencia familiar o mi silenciosa manera de vivir a su lado.

- ¿De paseo? - me pregunta... yo sonrío de manera que se percate que no quiero contestar, pero que no quiero ser descortés... me pierdo de su rango visual.

Al regresar, compras en mano y en la otra la llave de la casa me suelta un comentario

- A usted no le da miedo estar sola, verdad?
- No - contesto y termino de pasar, antes de entrar dice de nuevo
- No le da miedo nada?
Sonrío de manera forzada, de nuevo para no ser malcriada y termino de entrar a mi casa.

¿Miedo? ¿Temor? Quizá sea yo una desfachatada e irreverente, pero salvo los anfibios y temblores, no temo a muchas cosas. No temo al silencio, ni a la soledad, no temo al ruido cuasi-imperceptible de los insectos caminando por las noches en el patio, ni a mi caos interno. No me da miedo la gente, pero quizá estoy en fase "nosemeacerquemucho"... o quizá soy una sociópata que piensa en métodos de terror social. No lo sé. Es solo un sentimiento encontrado.

Sr Vecino: Disculpe que no le diga su nombre, es que no lo sé. No, no tengo miedo de pasar sola por esta vida, a lo mejor eso le pasa a las mujeres que deciden vivir de esta manera. No le temo a los recuerdos, creo que ya los limpié, tampoco a las malas decisiones, al fin y al cabo una no sabe que son malas decisiones hasta después de haberlas vivido y para entonces, la mayoría de veces, ya no tienen solución, así que ni modo. Move on... No, estimado anciano vecino. No soy miedosa, a veces me encariño, pero no, al reacostumbrarme de nuevo, no temo al tiempo lento y vacío de los domingos, a veces me hostiga, pero todo lo solucionan las palabras nunca dichas o un par de películas de Scorsese. Hasta el temor tiene solución. Y mi solución radica en la forma caótica en la que vivo, sueño, río y lloro. Vivir en este hermoso caos desató en mi la desfachatez de vivir sin miedo.

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