Es casi inexplicable cómo terminé soñando contigo querido abuelo, estabas ahí... sentadito en aquella mítica piedra donde cada tarde te sentabas a despedir el sol en el terreno de los Planes de Renderos, me dabas la espalda... yo te reconocí por la blanca cabellera y la camisa a cuadros.
"El chele Vicente" me dije a mi misma mientras caminaba hacia ti, para encontrarte... para verte, tengo tantos años de no verte, al acercarme una pequeña y blanquecina estela de humo de cigarro sube... no recordaba que fumabas... no recordaba esa brisa que hace tronar feo al bambú que rodea tus sembrados de hortalizas, le hace feo, es un tronido de ultratumba... cae la noche... se está poniendo muy fresco... te llamo "abuelo", no me miras, estás ahí sentado, inmóvil, una sombra está a tu lado, es otra persona pero no logro reconocerlo... te vuelvo a decir "abuelo" y nada, no reaccionas.
Llego a tu lado, veo todo, hasta el más mínimo detalle, tu piel moteada, tu camisa a cuadros, tu olor a viejito leñudo, tu mini-puro de los que se ven en los mercados, empiezo a sentirme inquieta, no logro verte bien el rostro, de repente ha oscurecido, en medio de la penumbra veo tu rostro y entonces me horrorizo... tus ojos no están, te han sacado tus bellos y claros ojos... grito, estoy asustada. Empiezo a correr, no puedo quedarme, ver que no tienes ojos es sentir como si no tuvieras vida, no hablas, no te movés, no decís nada... solo vos... el humo del cigarro y la sombra negra que está contigo y que no te pertenece... tengo miedo, tengo miedo, tengo miedo, tengo miedo... tanto que al acorrer voy tropezando, llamo a mi tía, a mi madre, a todas las mujeres de la familia que recuerdo en ese momento y nada, estoy sola en aquella enorme ladera. Grito, pero lo sé, estoy sola. Me acerco a un enorme barranco, no puedo detenerme, caigo. Caigo.
Abro los ojos de golpe, siento como si el aire me faltara, estoy en mi cama, estaba soñando, qué feo sueño, de golpe quise sentarme y no pude, me empezó a invadir el mismo miedo del sueño, no puedo moverme, es como si un enorme peso me detuviera... ¿qué pasa?
El cuarto es el mismo, ese cuarto que comparto contigo, estás a mi lado, no te mueves, estás dormido, no puedo moverme, te llamo, digo tu nombre, no me escuchas, grito lo más fuerte que puedo, es imposible, duermes profundamente, no es posible que no me escuches, grito con todas mis fuerzas, trato de moverme, no puedo, tengo miedo, el miedo me invade, no sé qué pasa... ¿qué sucede?
Grito y no escuchas... trato de calmarme, algo no es lógico, no es posible seguir así. De repente lo veo, él está sentado a la orilla de la cama, al lado de mis pies, es la sombra negra que estaba junto a mi abuelo. "sigo soñando" pienso en el momento. Es así, sigo dormida, he soñado que soñaba y ahora no puedo despertarme, sé perfectamente que vos no estás a mi lado, sos parte de mi sueño, por eso no me escuchas, tengo que gritar tan fuerte como para escucharme a mí misma, solo así voy a poder despertar de verdad. Vos no estás junto a mi, sos parte del sueño, la sombra me aterra, pero no existe, lo sé... agarro el libro que leo cada noche, lo tiro al suelo, inusualmente nunca cae, no se escucha el sonido cuando llega al suelo, nunca termina de caer, es otra prueba de que estoy dormida y que de alguna manera tengo que despertar.
"Tengo que despertar" pienso, y grito, grito tu nombre, interminablemente, aunque no me escuches, aunque sé que nunca has estado sobre mi cama, que no estás en mi cama y que nunca estarás... nunca.
Una ráfaga de luz me invade, despierto de golpe, no hay nadie conmigo, ni vos, ni mi abuelo, ni la sombra ni nadie, son las 3 a.m y solo había dormido 20 minutos, sudo mucho y siento agitado el pulso, lloro y me tiro sobre mi almohada boca abajo, es la prueba final de que estoy despierta en serio, puedo moverme, veo los relámpagos que invaden mi ventana. Estoy sola. Tengo miedo, pero ahora estoy despierta, o al menos eso creo.
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