miércoles, 11 de julio de 2012

El Che viajó conmigo… o de cómo 83 km se pueden convertir en una tortura acuífera


Cada martes viajo a Suchitoto donde ahora cuasi-resido, luego de pasar un par de días de la semana con mi familia, agarro mis chunches esenciales y me traslado. Dicho traslado tiene el siguiente itinerario: San Juan Opico-Santa Tecla-San Salvador-Suchitoto.

Poco a poco el espacio que ocupo en este nuevo lugar va agarrando “estilacho” propio y el fin de semana pasado, el hombre que se dedica, entre otras cosas, a quererme un poco, me cedió en comodato y en custodia un cuadro del Che. Es una reproducción de una pintura, ciertamente no es una “pose” habitual del ícono de la revolución cubana, pero en términos generales es una buena composición pictórica, creo que me lo cedió no solo por cuestiones ornamentativas de mi cuarto acá en Suchi, sino también para evitar que se le termine de joder. ¬¬

Dicho esto, este martes trasladé al Che conmigo desde casa de mi madre. Fue un martirio.
Justo ahora que el Che me acompañaba se le ocurrió llover todito el camino. No había salido de la colonia cuando se descuajó el cielo en puritita agua. T_T

Al bajarme del bus en Santa Tecla, busqué una tienda donde compré una bolsa grande, de esas para basura, para agregársela a la que ya traía, porque si le caía agua… se los aseguro… termina de morir. Ahí estábamos el Che y yo, esperando algún bus medianamente vacío para seguir el camino. Luego trasbordar en el Salvador del Mundo para agarrar algún bus que nos llevara a la Terminal de Oriente.

Seguía lloviendo y yo sufría pensando en el Che y en los múltiples libros y dvd´s que llevaba en mi maleta, la cual no había comprobado si es o no impermeable. ¿La ropa? No me preocupaba.

Llegué a la Terminal a las 3:30… una hora y media después de haber salido de San Juan Opico… tuve que esperar media hora más para que la 129 que va hasta Suchitoto se pusiera en marcha.

El conjunto de varios malestares me anestesiaron y me quedé dormida sin haber llegado si quiera a San Martín, cuando abrí los ojos de nuevo, los grandes paisajes que esconden a Suchitoto ya me daban la bienvenida, se veía que no había llovido aún, pero se anunciaba más agua por caer sobre el Che y sobre mí.
Me sentía “arrugada” de tanta humedad circundante, pero aún no llovía. Por supuesto, empezó a llover en el justo momento en el que el Che y yo nos bajamos del bus. u_u algo tengo que estar pagando (regresando a aquellas malas mañas cristianas de pensar que todo es un castigo).

Llegué a las 5:30. En la casa me esperaba la señora administradora de la casa y Kasio, fisioterapeuta japonesa con la que comparto (de momento) la casa. Cuando me vieron llegar se asustaron, iba empapada, creo que hasta mis ideas goteaban. Entré a mi cuarto y puse a un ladito al Che, tiré mi maleta y me tiré a la cama, esta exhausta. ¿Cómo es posible tardarse casi 4 horas en recorrer 83 km que separan a San Juan Opico con Suchitoto? Ni que hubiera ido a Ciudad de Guatemala. ¬¬

A estas alturas de la noche, 10 p.m., el Che ya está en su clavo colgadito y yo me di una ducha, me empijamé y he hablado paja un rato con el dueño del cuadro. Traslados como éste, me hacen pensar en la posibilidad de ya nunca regresar a San Salvador u_u


1 comentario:

Miguel G dijo...

Pues yo también lo pensaría, pero el punto es que entonces costará más verte.... pero entiendo que es frustrante pensar en tanto tiempo para un trayecto corto, le diré a Funes que se apure con el SITRAMSS.
Espero que el Che se vea bien allí, que mal pensada sos con las razones!!!