jueves, 12 de julio de 2012

La historia de las cosas


¿Nunca se han puesto a pensar en todo lo que tuvo que pasar para que las cosas llegaran a sus manos? No solo me refiero a cuestiones del orden de producción de los objetos, sino también en el proceso de ser designados a ustedes.

Táchenme de romántica, les doy permiso, pero yo sí. Por ejemplo, pienso en todas las manos que tuvieron que sostener los libros que ahora están sobre mi mesa, o el camino que tuvieron que recorrer mis cd´s hasta llegar a este espacio en Suchitoto, o todos los dueños previos que tuvo el cuadro del Che que ahora me observa.

Luego pienso en estas paredes que me rodean. ¿Cuántas personas estuvieron antes que yo en esta habitación? ¿quién pintó estas paredes? ¿quién puso cada uno de sus ladrillos?

No soy mujer de rituales, ni de amuletos, pero (en secreto) siempre que estoy lejos de casa traigo algo que me los recuerde, así que desde hace años, en mi maleta, un pequeño calcetín de Sebastián me acompaña, fue de sus primeras prendas, a mi me lo recuerda no solo chiquito, seco y enfermizo, sino que me trae de golpe, cada amanecer, todo el amor que le tengo.

También pienso no solo en la historia previa de las cosas, también pienso en la historia que tienen aún cuando ya nos han encontrado. Los años que pasan en nuestra posesión, se conjugan perfectamente con nuestros horarios, con nuestras rutinas y los espacios que abrimos para habitar, se acomodan en su lugar y nos ven pasar constantemente, siempre pendientes de nuestras necesidades, siempre atentos a nuestros cambios de humor, siempre viendo cómo nos debatimos en el oficio de ser adultos, olvidando un poco al infante que nos hace decir sandeces o que nos mete en problemas por andar de creativos.

A mí no me queda más que observar todas estas cosas que me rodean, las cosas y su forma sutil de dejarse poseer, de construir recuerdos, su tiempo útil, su tiempo de afecto y su forma de recordarnos que estamos vivos. 


No hay comentarios: