Fue hasta en la noche, hablando con Kasio que caí en la cuenta que todo el día fue martes, me sentí traicionada.
Tener dos miércoles no es una gracia, el tiempo se dilata, se hace denso y no encuentro qué hacer con 24 horas más, repetidas, desvanecidas, tendenciosas.
Vivir dos veces el mismo día no me gusta, me descoordina ideas, me atrasa futuros y me hace más larga la espera del fin de semana.
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